En una cumbre virtual celebrada este sábado con líderes internacionales, el primer ministro británico, Keir Starmer, anunció avances en la creación de una fuerza de paz destinada a supervisar un eventual alto el fuego en Ucrania. La reunión virtual congregó a representantes de 26 países pertenecientes a la denominada «coalición de voluntarios», incluyendo a miembros de la Unión Europea como España, socios de la OTAN, además de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Starmer destacó que «ha comenzado la fase operacional de la planificación militar», subrayando que es momento de «pasar de las palabras a los hechos». El mandatario británico afirmó haber logrado compromisos concretos en términos de tropas, equipos y financiamiento por parte de varios países involucrados, aunque no detalló cifras ni especificaciones técnicas al respecto.
Sin embargo, el optimismo inicial quedó parcialmente contrarrestado por la resistencia expresada por Italia. Su primera ministra, Giorgia Meloni, presente finalmente en la reunión, dejó claro que su país no contempla, por el momento, el despliegue de tropas en la frontera entre Rusia y Ucrania. Esta postura refleja las dudas existentes entre algunas naciones europeas, especialmente mediterráneas, acerca de una intervención militar directa que pueda conducir a enfrentamientos con tropas rusas.
Respaldo de Estados Unidos
Otro aspecto crítico del debate es el respaldo de Estados Unidos, considerado imprescindible por países europeos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Hasta ahora, Donald Trump se ha mostrado reticente a proporcionar apoyo aéreo a esta fuerza de paz propuesta en Ucrania.
Una reunión técnica de líderes militares de los países implicados tendrá lugar el próximo jueves para concretar detalles operativos del posible despliegue, mientras continúan los esfuerzos diplomáticos europeos por mantener relevancia frente a las negociaciones bilaterales entre Trump y Putin.
Starmer advirtió a Rusia sobre posibles sanciones adicionales y la eventual confiscación de activos actualmente congelados, para presionar al Kremlin a comprometerse seriamente en negociaciones pacíficas.