Vladimir Putin ha ascendido a Valeri Boyárinev, quien ocupaba el cargo de subjefe del Servicio Penitenciario Federal, tras el fallecimiento en prisión de Alexéi Navalni, el prominente opositor político ruso. El ascenso se produce después de que se revelara una orden emitida en 2023 por Boyárinev al penal donde Navalni estaba recluido, la cual limitaba la cantidad de comida que el opositor podía adquirir en la cantina de la prisión. Este hecho ha generado indignación entre los seguidores de Navalni, quienes han denunciado el ascenso como una recompensa por su presunta participación en la tortura y muerte del disidente.
Boyárinev envió la orden a la cárcel IK-6 de la región de Vladímir, donde Navalni estaba encarcelado en ese momento, estableciendo un límite de 5.000 rublos al mes para los gastos de alimentación del opositor, además de las raciones mínimas proporcionadas en su celda de castigo. La Fundación Anticorrupción, dirigida por Iván Zhdanov, ha destacado que esta medida se considera una forma de presión adicional sobre Navalni, quien ya había expresado anteriormente su insatisfacción con las condiciones de alimentación en la prisión.
Vladímir Osechkin, fundador de la plataforma Gulagu Net contra la tortura en las prisiones rusas, ha señalado que Boyárinev también tuvo la tarea de supervisar los castigos infligidos a prisioneros de guerra ucranianos, así como al propio Navalni. Esta organización ha denunciado previamente casos de tortura en prisión, como las violaciones de presos en 2021, lo que llevó a la destitución de varios altos funcionarios penitenciarios.
El ascenso de Boyárinev se enmarca en una serie de promociones de altos generales en diversos organismos de seguridad del Kremlin comandado por Putin, incluidos el Ministerio del Interior, la Guardia Nacional y el Comité de Investigación. La situación ha provocado una amplia controversia y condena tanto a nivel nacional como internacional.