El nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado de Estados Unidos ha reavivado las tensiones con China, país que le impuso sanciones en 2020 cuando era senador de Florida. En menos de dos meses, el Gobierno chino tomó represalias contra Rubio primero por impulsar un proyecto de ley que prohibía la entrada a EE.UU. de funcionarios chinos involucrados en la represión de la minoría uigur en Xinjiang y, posteriormente, por su apoyo a los movimientos democráticos de Hong Kong.
Aunque este tipo de sanciones suelen tener un impacto más simbólico que práctico, en el caso de Rubio han adquirido una relevancia especial. Como principal responsable de la diplomacia estadounidense en la administración de Donald Trump, su prohibición de entrada en China plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones bilaterales.
En Pekín, ha surgido un debate sobre si el Gobierno levantará las sanciones para facilitar la interlocución con Washington. Sin embargo, el propio Rubio se ha mostrado desafiante en el pasado. «No quiero ser paranoico, pero estoy empezando a pensar que no les gusto», ironizó cuando se conocieron las medidas en su contra.
Marco Rubio ha sido uno de los críticos más férreos del Partido Comunista Chino (PCCh). Su designación como jefe de la diplomacia estadounidense es vista por Pekín como una confirmación de que la Casa Blanca mantendrá una postura de confrontación con el gigante asiático. El miércoles pasado, en su primera audiencia como secretario de Estado, Rubio no dejó lugar a dudas sobre su visión: «China es el adversario más potente y peligroso al que esta nación ha enfrentado jamás».
Respuesta de China
El jefe de la diplomacia china, Wang Yi, respondió con una advertencia velada. «Espero que se comporte bien y desempeñe un papel constructivo en el futuro de las relaciones entre el pueblo chino y el estadounidense», declaró tras una conversación telefónica con Rubio, en la que este último moderó su tono pero dejó claro que su objetivo será promover los intereses de EE.UU. bajo la consigna de «poner al pueblo estadounidense en primer lugar».
La línea dura de Rubio hacia China se hizo evidente en su primer acto oficial como secretario de Estado, cuando recibió a los ministros de Exteriores del Quad, la alianza estratégica formada por EE.UU., India, Japón y Australia. Su primera reunión fue con el ministro indio Subrahmanyam Jaishankar, con quien abordó la cumbre del Quad que India organizará este año. Pekín ha considerado esta organización como un intento de Washington de establecer una «OTAN asiática».
Geopolítica, en juego
El nuevo secretario de Estado también se comunicó con el ministro de Exteriores filipino, Enrique Manalo, para reafirmar el compromiso de defensa mutua entre ambos países y condenar las acciones de China en el Mar de China Meridional, calificándolas de «peligrosas y desestabilizadoras».
Rubio ha reiterado sus críticas a la política exterior de Pekín, acusando a China de violar la autonomía de Hong Kong y de presionar a Taiwán. También ha insistido en la necesidad de apoyar la participación de Taiwán en organizaciones internacionales, un tema particularmente sensible para el Gobierno de Xi Jinping.
Sin embargo, la retórica agresiva de Rubio contrasta con la postura más moderada que ha adoptado Trump en sus primeras semanas de gobierno. En una entrevista con Fox News, el presidente estadounidense aseguró que su reciente conversación con Xi Jinping fue «amistosa» y expresó su deseo de llegar a un acuerdo comercial con China. «Siempre he tenido una gran relación con el presidente Xi Jinping», afirmó en el Foro de Davos.
Para algunos analistas, la llegada de Rubio al Departamento de Estado podría marcar un cambio en la estrategia de Washington hacia China. «Trump quiere hacer daño a Pekín como táctica de negociación para lograr mejores acuerdos para la economía estadounidense. Pero las credenciales anticomunistas de Marco Rubio significan que la diplomacia diaria del Departamento de Estado hacia China podría volverse más agresiva y menos predispuesta a la consulta y el diálogo», señala Neil Thomas, investigador de política china en el Asia Society Policy Institute.