La presidencia de Joe Biden, marcada por profundos desafíos internos y externos, llega a su fin tras cuatro años en los que intentó restaurar el equilibrio político y social en un país profundamente dividido. Biden asumió el cargo en enero de 2021 con la promesa de “sanar el alma de la nación”, en un momento crítico de la historia de Estados Unidos, caracterizado por la pandemia de COVID-19, una polarización política sin precedentes y tensiones globales. Aunque su administración logró importantes avances en infraestructura, energías renovables y relaciones internacionales, también enfrentó severos contratiempos que definieron su mandato.
En términos de logros, Biden logró la aprobación de un histórico paquete de infraestructura que modernizó carreteras, puentes y amplió la red de internet, además de liderar la mayor inversión en energías limpias en la historia del país. También fue un firme defensor de la industria nacional, incentivando sectores estratégicos como los microprocesadores y las baterías eléctricas. A nivel internacional, revitalizó alianzas tradicionales con la OTAN y socios en Asia, mientras lideró una coalición global para apoyar a Ucrania frente a la invasión rusa.
Los retos de su avanzada edad y un panorama político polarizado limitaron sus capacidades para articular un cambio duradero
Sin embargo, su administración no estuvo exenta de desafíos. La caótica retirada de Afganistán, que dejó imágenes impactantes de ciudadanos intentando huir del país tras el regreso de los talibanes, marcó un punto de inflexión en su popularidad. A esto se sumaron una histórica inflación –la más alta en cuatro décadas–, el aumento de la inmigración irregular y una creciente percepción de debilidad frente a las crisis internas, factores que erosionaron su apoyo entre los votantes.
En el ámbito político, Biden destacó por ser un presidente de transición, buscando moderar la retórica agresiva de su predecesor y enfatizando la necesidad de unidad. Sin embargo, los retos de su avanzada edad y un panorama político polarizado limitaron sus capacidades para articular un cambio duradero. A pesar de intentar presentarse a un segundo mandato, las dudas sobre su salud y desempeño terminaron por definir su decisión de no continuar.
Temores sobre el futuro del país
Al final de su presidencia, Biden dejó claros sus temores sobre el futuro del país. En su discurso de despedida, advirtió sobre la concentración de poder y riqueza en un “complejo industrial tecnológico” que, según él, amenaza la democracia estadounidense. También criticó la proliferación de la desinformación y el declive de la prensa libre como riesgos estructurales que el próximo gobierno debe abordar.
El balance de su mandato es diverso. Mientras que su capacidad para implementar políticas concretas y restaurar el prestigio internacional de Estados Unidos es innegable, la percepción de una administración marcada por crisis internas persistentes y decisiones polémicas ha influido en su legado. Quizás, como ocurrió con otros presidentes de un solo mandato, el tiempo otorgue una perspectiva más favorable sobre los logros de Biden, quien entregará el poder en un país profundamente transformado, aunque todavía dividido.