Hezbolá ha lanzado este jueves el mayor ataque contra Israel desde el 7 de octubre. Desde el sur del Líbano, la milicia chií ha disparado más de 200 cohetes y desplegado una veintena de drones, impactando cinco posiciones militares israelíes. Este ataque ha causado daños materiales pero no víctimas mortales. La acción de Hezbolá se enmarca como una represalia por la muerte de uno de sus principales comandantes el día anterior.
En paralelo, los bomberos israelíes trabajan arduamente para extinguir un incendio provocado por uno de estos ataques en los Altos del Golán, una zona estratégica bajo control israelí.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha mantenido una conversación telefónica con el presidente estadounidense, Joe Biden, en la que reafirmó que el conflicto en Gaza no concluirá hasta que se logren «todos sus objetivos». En el mismo diálogo, Netanyahu anunció el envío de una delegación para negociar con Hamás la liberación de los rehenes, en un esfuerzo por avanzar hacia una posible tregua.
Respuesta internacional y esfuerzos diplomáticos
En el ámbito diplomático, Netanyahu ha convocado al gabinete de seguridad para evaluar la última propuesta de alto el fuego enviada por Hamás. Esta acción se produce tras más de un mes sin progresos significativos desde que Biden estableciera las directrices para un posible acuerdo de paz. Mientras tanto, la población de Gaza sufre las consecuencias de los intensos bombardeos, con equipos de rescate palestinos trabajando para encontrar víctimas en los escombros de un mercado antiguo destruido por un ataque israelí.
Los combates han desplazado a decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera. En el norte de Israel han muerto 16 soldados y 11 civiles, mientras que en el Líbano han muerto más de 450 personas, la mayoría combatientes, pero también docenas de civiles. Israel considera a Hezbolá como su amenaza más directa y estima que tiene un arsenal de 150.000 cohetes y misiles, incluidos misiles guiados de precisión.