Claudia Sheinbaum ha hecho historia este martes al convertirse en la primera mujer presidenta de México. Tras jurar «guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos», Sheinbaum ha marcado un nuevo hito en el país, que hasta ahora había estado gobernado exclusivamente por hombres desde su independencia de España hace más de dos siglos. En su discurso, la mandataria destacó la continuidad de la «Cuarta Transformación» iniciada por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, a quien describió como «el mejor presidente que ha tenido el país». Con su investidura, Sheinbaum ha asumido el compromiso de liderar una nueva fase de reformas sociales, económicas y judiciales, afirmando que es «tiempo de transformación y es tiempo de mujeres».
Uno de los momentos más simbólicos de la ceremonia fue la entrega de la banda presidencial, que López Obrador pasó a la líder de la Cámara de Diputados, Ifigenia Martínez, quien a su vez colocó la prenda a Sheinbaum, sellando oficialmente su mandato.
Desafíos de México
La nueva presidenta también enfrentará grandes retos, como la violencia, con un promedio de casi 30.000 asesinatos anuales, la crisis de feminicidios, y la necesidad de asegurar la independencia del poder judicial, al que ha acusado de estar «secuestrado» por intereses contrarios a la república.
En el evento, que tuvo lugar en la mayor plaza pública de México, Sheinbaum presentó un detallado plan de 100 puntos para su gobierno. Subrayó que la lucha contra el machismo, el clasismo y la discriminación será fundamental en su administración, añadiendo que «llegamos todas», en referencia al avance de las mujeres en la política mexicana. Asimismo, la gobernante aseguró que promoverá una política fiscal responsable, garantizará la inversión tanto nacional como extranjera, y defenderá la autonomía del Banco de México, comprometiéndose además a abrir el sector de energías renovables a la inversión privada.
Defensa del legado de López Obrador
En su primer discurso, también abordó la polémica reforma judicial impulsada por López Obrador, la cual ha sido duramente criticada por sectores de la oposición. Sin embargo, Sheinbaum defendió esta reforma, argumentando que elegir jueces por voto popular no es autoritarismo, sino una medida democrática. Esta reforma ha sido una de las cuestiones más divisivas, ya que muchos consideran que podría debilitar la independencia del poder judicial.
La toma de posesión estuvo marcada por la ausencia de representantes de España, tras la controversia por la no invitación del rey Felipe VI, algo que algunos consideran un agravio diplomático. A pesar de esto, a la ceremonia asistieron líderes internacionales como Jill Biden, primera dama de Estados Unidos, así como mandatarios de América Latina, entre ellos los presidentes de Cuba, Brasil y Chile. Estos dirigentes también participaron en una cena previa a la ceremonia oficial, celebrada en el centro histórico de Ciudad de México.