El Partido Laborista del Reino Unido se enfrenta a un importante reto al prepararse para asumir el Gobierno tras unas elecciones anticipadas con resultados que podrían superar la histórica victoria de Tony Blair en 1997. Keir Starmer, el candidato laborista a primer ministro, ha sido un rostro de rigor y seriedad en contraste con sus predecesores conservadores, lo que le ha otorgado una ventaja comparativa durante su tiempo al frente del principal partido de la oposición.
A pesar del probable triunfo, los expertos económicos se muestran escépticos sobre la capacidad de Starmer para llevar a cabo el drástico cambio que propone. Las políticas fiscales anunciadas, que incluyen no subir los impuestos a sociedades, renta ni IVA, parecen insuficientes para financiar las grandes promesas de “renovación nacional”. Paul Johnson, director del Instituto de Estudios Fiscales, advierte sobre la necesidad de enfrentar las dificultades financieras de manera directa y sin sorprenderse del estado de las finanzas públicas postelección.
En cuanto a la inmigración, Starmer planea eliminar el controvertido plan de deportaciones a Ruanda de Rishi Sunak y crear un Mando Conjunto de Control de Fronteras, pero aún no ha ofrecido soluciones claras para los solicitantes de asilo que viven en condiciones precarias en el Bibby Stockholm, una inmensa embarcación utilizada por el gobierno para alojar a los recién llegados. Además, se anticipa un incremento en el flujo de inmigrantes a las costas inglesas.
La apuesta por el crecimiento y las reformas
La transición política en el Reino Unido es rápida. Es probable que Sunak presente su dimisión al rey Carlos III el viernes, seguido por Starmer, quien recibirá el encargo de formar un nuevo gobierno. El Partido Laborista ha establecido cinco misiones nacionales: crecimiento económico, reforma del Servicio Nacional de Salud (NHS), mejoras en la policía y el sistema penal, creación de una compañía nacional energética basada en renovables asequibles y mejora de las oportunidades vitales para todos los ciudadanos en Reino Unido.
Sue Gray, conocida por su informe sobre las fiestas prohibidas en Downing Street durante la pandemia, lidera el equipo de planificación del aterrizaje del nuevo gobierno. Ella ha preparado un listado de los problemas que enfrentará el gobierno durante los primeros 100 días, como demandas de subidas salariales por parte de funcionarios y reformas en las leyes de planificación urbana.
Construcción de un nuevo legado
En su mensaje final de campaña, Starmer ha prometido trabajar de inmediato si el país vota por el cambio. Sus promesas incluyen estabilidad económica, mejoras en la sanidad pública, un nuevo Mando Conjunto de Seguridad en las Fronteras, seguridad energética, más profesores en las escuelas y mano dura contra la criminalidad.
Consciente de que su victoria es en gran parte una reacción contra el legado conservador, el Partido Laborista deberá actuar rápidamente y con eficacia para construir un nuevo camino. El éxito de su gobierno determinará si el populismo de derecha, representado por figuras como Nigel Farage y el partido Reform UK, podrá resurgir con fuerza en el futuro.
El discurso del Rey el 17 de julio será un momento crucial donde Carlos III presentará las políticas del nuevo gobierno. Un día después, Starmer asistirá a la cumbre de la Comunidad Política Europea, donde comenzará a demostrar su compromiso con Europa y su capacidad para relacionarse con otros líderes del continente. La tarea de Starmer es monumental y su habilidad para ejecutar sus promesas determinará el futuro del Partido Laborista y del Reino Unido.
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