El retraso de la votación del alto el fuego en Gaza por parte del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha añadido tensión a un proceso ya complicado. Anunciado con gran expectación por mediadores internacionales como Qatar, Estados Unidos y Egipto, el acuerdo enfrenta ahora dificultades de implementación debido a discrepancias de última hora. La principal oposición proviene de dos socios ultraderechistas de la coalición gobernante, quienes han expresado sus reservas respecto al pacto y exigen garantías de que la guerra contra Hamás no cesará tras la liberación inicial de rehenes.
El acuerdo, cuyo contenido fue consensuado hace meses, prevé la liberación progresiva de rehenes israelíes a cambio de presos palestinos, un alto el fuego prolongado y la retirada escalonada de tropas israelíes de Gaza. Sin embargo, los detalles operativos, como la selección de los prisioneros palestinos a liberar, han generado fricciones. Netanyahu ha acusado a Hamás de intentar renegociar compromisos, una afirmación que el movimiento islamista niega categóricamente. A pesar de las tensiones, tanto Estados Unidos como los mediadores mantienen su optimismo, confiando en que el acuerdo entre en vigor el domingo.
Votación crucial
En Israel, la votación para el alto al fuego por parte del gabinete de seguridad es crucial. Aunque cuenta con apoyo mayoritario, los ministros ultraderechistas Bezalel Smotrich y Itamar Ben-Gvir se oponen vehementemente, argumentando que el pacto debilitaría la posición militar de Israel y permitiría a Hamás rearmarse. Netanyahu ha mantenido reuniones con sus socios para evitar rupturas en la coalición y ha sugerido que, incluso tras el alto el fuego, Israel continuará con operaciones militares para debilitar al movimiento islamista.
A nivel regional, el acuerdo afecta indirectamente a otros actores. La milicia libanesa Hezbolá ha reducido su actividad tras semanas de confrontación con Israel, mientras que los hutíes en Yemen amenazan con atacar si las hostilidades en Gaza persisten. Estas dinámicas subrayan la complejidad de un conflicto que trasciende fronteras y plantea interrogantes sobre la estabilidad futura en Oriente Próximo.