El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, han mantenido su primera conversación telefónica desde el inicio de la actual guerra arancelaria. En un momento marcado por la tensión entre ambas potencias, la llamada, solicitada por Washington, ha sido descrita por Trump como “muy buena” y ha tenido, según sus propias palabras, un “resultado positivo para los dos países”. Xi, por su parte, ha invitado al líder estadounidense a visitar China, gesto que apunta a un posible deshielo en las relaciones.
Durante la conversación, ambos mandatarios trataron de reconducir el deterioro de la relación bilateral, centrando su atención en cuestiones comerciales clave, especialmente las exportaciones de tierras raras, fundamentales para sectores estratégicos como la electrónica, la automoción y la defensa. Según el comunicado oficial chino, Xi reclamó un enfoque basado en el respeto mutuo y reiteró que Pekín ha cumplido con los compromisos adquiridos en las conversaciones de Ginebra. También instó a Washington a reconocer los avances logrados y a retirar las restricciones impuestas en los últimos meses.
La disputa por el comercio de tierras raras fue uno de los ejes más sensibles de este conflicto. Estados Unidos acusa a China de ralentizar deliberadamente la aprobación de licencias, mientras que Pekín denuncia restricciones a sus exportaciones tecnológicas y acusa a Washington de usar la política comercial como herramienta de presión geoestratégica. A pesar de estas diferencias, ambas partes se han comprometido a mantener el mecanismo de consultas establecido en mayo y a celebrar una nueva ronda de negociaciones “en breve”.
Intercambio diplomático
La reactivación de los canales diplomáticos representa un un punto de inflexión respecto a los últimos meses, en los que las subidas arancelarias, las limitaciones de visados y las acusaciones cruzadas de incumplimiento habían situado la relación en uno de sus puntos más bajos en décadas. Pekín ha adoptado una postura firme pero abierta, repitiendo que no aceptará condiciones impuestas de forma unilateral, pero que está dispuesta a dialogar si se respeta la reciprocidad.
En paralelo a esta conversación, Trump también ha mostrado su disposición a recibir estudiantes chinos, una señal de distensión tras las restricciones anunciadas recientemente. Xi, por su parte, ha expresado la necesidad de corregir el rumbo de las relaciones y aprovechar los instrumentos de diálogo existentes.
Aunque no se abordaron temas geopolíticos como la guerra en Ucrania o la situación en Irán, el contacto telefónico sienta las bases para una posible normalización parcial. La clave estará en si ambos gobiernos son capaces de avanzar más allá de los gestos simbólicos y consolidar una agenda común que permita estabilizar el marco comercial y evitar nuevas escaladas.