La cumbre de la OTAN celebrada en La Haya ha supuesto un punto de inflexión en la evolución estratégica de la organización. Los 32 países miembros han acordado elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB en el horizonte de 2035, un objetivo que marca el mayor compromiso presupuestario de la Alianza en sus más de siete décadas de existencia. Con esta medida, la OTAN busca reforzar su capacidad de disuasión en un entorno geopolítico cada vez más volátil, caracterizado por amenazas híbridas, tensiones con Rusia y desafíos globales a la estabilidad del orden liberal internacional.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, calificó el pacto como un “salto cualitativo” que permitirá construir una Alianza “más fuerte, más justa y más letal”. La decisión, recogida en una declaración final breve pero simbólica, incluye una cláusula de revisión en 2029 y ha sido firmada por todos los Estados miembros, incluida España, que ha obtenido una carta adicional que le concede cierta flexibilidad presupuestaria.
«Salto cualitativo».
España, que defiende que puede alcanzar las capacidades militares pactadas con un gasto equivalente al 2,1% del PIB, ha sido el único miembro que ha expresado públicamente reservas. El presidente Pedro Sánchez argumentó que asumir el 5% supondría recortes sociales inasumibles. Su postura ha generado tensiones con Washington: el presidente estadounidense, Donald Trump, lo acusó de “ir de gorra” y amenazó con represalias comerciales. Sin embargo, el propio Trump trató de rebajar la tensión al llegar a La Haya, afirmando que Estados Unidos está “al 100%” con sus aliados.
La aprobación de este incremento presupuestario responde en buena parte a la presión de Washington. El expresidente Trump —cuya influencia es ya visible pese a que aún no se han celebrado las elecciones— ha insistido en que el reparto del gasto debe reequilibrarse. Su presencia en la cumbre ha sido interpretada como una victoria diplomática tanto para él como para Rutte, quien destacó que todos los miembros tendrán que justificar en los próximos años cómo cumplen los objetivos de capacidad militar pactados, con especial atención a 2029 como fecha de evaluación clave.
Diferentes enfoques dentro de la Alianza
El debate sobre cómo lograr esos objetivos ha evidenciado diferentes enfoques dentro de la Alianza. Mientras algunos países como Dinamarca o Bélgica consideran insuficiente un gasto inferior al 3,5%, España sostiene que puede cumplir con menos, aunque deberá demostrarlo con hechos. El modelo adoptado deja espacio para esa flexibilidad, pero también sienta las bases para una rendición de cuentas más estricta en el futuro.
Más allá de los desacuerdos puntuales, el nuevo rumbo de la OTAN refuerza su rol como pilar de seguridad occidental en un momento de incertidumbre global. El incremento del gasto no solo busca blindar el artículo 5 sobre defensa colectiva, sino también dar garantías de continuidad a la implicación estadounidense, elemento clave para la disuasión frente a amenazas estatales y no estatales.