El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo un llamado urgente a los líderes del G-20 para acelerar la lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo. Lula inauguró la cumbre de las principales economías globales en Río de Janeiro con un duro diagnóstico de la situación actual: 733 millones de personas sufren desnutrición, una cifra que el mandatario comparó con la población conjunta de Brasil, México, Alemania, Reino Unido, Sudáfrica y Canadá.
En su discurso, subrayó que esta crisis alimentaria es una consecuencia directa de «decisiones políticas» y denunció que mientras se invierten 2,4 billones de dólares anuales en gastos militares, millones de personas carecen de lo esencial para vivir.
Durante la cumbre, Lula presentó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, un proyecto suscrito por 82 países con el objetivo de acelerar la reducción de la pobreza mundial. Esta alianza busca cumplir para 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, proponiendo medidas concretas como la expansión de las transferencias de renta a 500 millones de personas y la mejora de la sanidad maternal.
Ayudas a las comidas escolares
Además, planea incrementar la cantidad de niños que reciben comidas escolares saludables hasta alcanzar los 150 millones. Para apoyar estas iniciativas, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial se han comprometido a ofrecer financiación en forma de créditos millonarios.
Sin embargo, la situación geopolítica complica los objetivos del anfitrión. La intensificación de la guerra en Ucrania y la presencia de Javier Milei, presidente de Argentina, han añadido tensión a la cumbre. Lula ha señalado que el número de conflictos armados en el mundo no ha dejado de aumentar desde la primera cumbre del G-20 en 2008, lo que ha provocado el mayor número de desplazamientos forzados desde la Segunda Guerra Mundial. A estas crisis se suman los efectos del cambio climático y las crecientes desigualdades sociales, agravadas por la pandemia del COVID-19. Lula calificó el hambre como «una lacra que avergüenza a la humanidad», subrayando la urgencia de la situación.
Declaración del G-20
La cumbre también ha tenido que lidiar con diferencias internas sobre la declaración final. Los representantes europeos trataron de modificar la redacción sobre la guerra en Ucrania, exigiendo una postura más firme, pero la presidencia brasileña rechazó cualquier cambio. Mientras tanto, Estados Unidos intenta endurecer el lenguaje relacionado con el conflicto, consciente de que en el foro hay aliados pero también adversarios, como Rusia.
Javier Milei, cuya posición sobre la Alianza Global generó dudas, finalmente se unió al acuerdo en el último momento. El presidente argentino, que ha implementado políticas de corte liberal en su país, pidió que la alianza considere enfoques orientados al mercado. Desde su llegada al poder, Argentina ha visto cómo cinco millones de personas han caído bajo el umbral de la pobreza, lo que ha sido una preocupación constante para sus vecinos sudamericanos.