El Hospital Universitario Infanta Elena -hospital público de la Comunidad de Madrid-, ha puesto recientemente en marcha un Hospital de Día Geriátrico, una unidad asistencial dirigida a la recuperación funcional del paciente mayor frágil, tanto ambulatorio como ingresado, que redunda, entre sus muchos beneficios, en una mejoría de su autonomía y una disminución del tiempo de hospitalización, llegando incluso a evitarlo en muchos casos.
“Esta unidad constituye el marco ideal en el que desarrollar modelos de intervención específica sobre síndromes geriátricos, evitando a menudo la hospitalización del paciente mayor, y haciéndolo además de una forma altamente ‘rentable’ desde el punto de vista asistencial, ya que, en lugar de realizar una actividad individual, puede hacerse en grupos de pacientes, optimizando el tiempo de la actividad y logrando beneficios, no solo cognitivos y funcionales, sino también sociales”, explica la Doctora María Herrera Abián, jefa de los servicios de Geriatría y Cuidados Paliativos en el centro valdemoreño.
Se trata -añade- de una “herramienta más que ofrece el servicio de Geriatría de nuestro hospital, una alternativa terapéutica que facilita a los pacientes una recuperación segura y exitosa”, ya sea durante el ingreso hospitalario en la Unidad de Agudos de Geriatría, de cara a la vuelta a su domicilio o residencia, procedentes de la Unidad de Urgencias de Geriatría, o tras el alta, derivados desde las consultas externas de Geriatría, para completar la rehabilitación que iniciaron en el tiempo de hospitalización.
Objetivos de la unidad y perfil del paciente
Para ello, la nueva unidad pretende completar los tratamientos en pacientes estables, tanto durante el ingreso hospitalario como tras el alta hospitalaria; evitar ingresos, pudiendo citar al paciente a diario para un mayor control; y revisar medicación y hacer seguimiento, como pruebas complementarias, para facilitar las altas precoces. Asimismo, entre sus objetivos también contempla resolver revisiones de consultas, e incluso primeras consultas específicas como alteraciones de la marcha, caídas, fragilidad, etc; y realizar terapia ocupacional para mejorar la situación funcional y destrezas del paciente frágil.
“En esta unidad los pacientes mayores se recuperan, cogen fuerza y seguridad y pueden ubicarse de nuevo en sus actividades básicas diarias, para que no pierdan autonomía ni funcionalidad, ni que un ingreso hospitalario les haga dependientes, tener que dejar de vivir en sus domicilios o perder calidad de vida”, insiste la Doctora Herrera.
“El perfil de persona que se favorece de esta unidad es, principalmente, el mayor de 75 años, ya que nuestra terapia está enfocada a la prevención de la fragilidad, uno de los principales síndromes geriátricos: a evitar que el deterioro se produzca a causa de un ingreso o de forma patológica en el domicilio por un envejecimiento no sano, revertirlo o hacer que no derive en dependencia”, apunta el Doctor José María Ortega Morente, especialista del Servicio de Geriatría del Infanta Elena y responsable de su Hospital de Día Geriátrico.
Criterios de inclusión
Concretamente, los criterios de inclusión en esta unidad contemplan pacientes mayores de la citada edad con algún grado de déficit funcional, dependencia potencialmente reversible o deterioro cognitivo con potencial capacidad de recuperación; aquellos con puntuación basal de entre 40 y 90 puntos en el Índice de Barthel (escala de valoración funcional); pacientes que realicen y comprendan órdenes para la terapia prescrita, con buen apoyo familiar para la continuidad del trabajo en domicilio; y los que tengan deterioro cognitivo leve, demencias con valoraciones de 2 y 6 puntos en la Escala de Deterioro Global (GDS) de Reisberg, 3 o más puntos en la batería corta de desempeño físico (SPPB; instrumento que evalúa aspectos de la movilidad, o de 1 a 6 puntos en la Escala de Fragilidad Clínica (que valora la funcionalidad).
Así, como señala el Doctor Ortega, para fomentar la autonomía y entrenamiento de las actividades básicas en el adulto mayor, la unidad persigue que las prácticas realizadas en ella se repliquen fuera, como parte de la recuperación: “El trabajo en domicilio también es tratamiento que, además, hace que la familia se implique más y que el paciente mejore a nivel social”.
Papel clave de la terapia ocupacional
En esta estrategia, la terapia ocupacional es igualmente clave a la hora de establecer el plan de tratamiento, explica por su parte Cristina Sánchez Posadas, experta en esta disciplina, quien destaca tres vías de trabajo principales: el manejo del entorno y entrenamiento en el uso de productos de apoyo para compensar aquellas capacidades perdidas o en trámites de intentar recuperar; la rehabilitación, que se hace a través de actividades y ocupaciones que tienen un significado para el paciente; y el trabajo de funcionalidades perdidas con el aprendizaje de formas alternativas de realizarlas para seguir siendo independientes y autónomos, en paralelo a la potenciación de las capacidades aún activas”.
Un enfoque y trabajo especializado que los usuarios del Hospital de Día Geriátrico valoran más que positivamente, como afirma Pilar, paciente de esta unidad: “Aunque parezca mentira, porque tengo la cadera rota, mi experiencia está siendo maravillosa: estar aquí con profesionales que nos enseñan y tratan tan bien hace que desee venir”. Y es que, asegura, en nombre propio y de sus compañeras de terapia: “estamos aprendiendo mucho, a manejarnos mejor, desde vestirnos a ducharnos y ponernos los calcetines, que es lo más difícil, por lo que, si esta terapia se prolongara más, sería mejor todavía”.
“Daríamos a la unidad y a sus profesionales, no un 10, sino un 20, 30 o 40… todo lo que hubiera de nota”, concluye, satisfecha y orgullosa también de su esfuerzo y los avances conseguidos.