La coalición de gobierno liderada por el canciller alemán Olaf Scholz enfrenta una situación delicada, resistiendo a las crecientes presiones para adelantar las elecciones. La coalición, compuesta por socialdemócratas (SPD), verdes y liberales (FDP), se enfrenta a un desafío monumental: negociar los recortes exigidos por el próximo presupuesto en medio de dudas sobre su continuidad.
El canciller Scholz apareció recientemente en el plató frente al Reichstag para la tradicional entrevista de verano con la televisión pública ARD. En contraste con la noche electoral del 9 de junio, donde los resultados de los comicios europeos dejaron al SPD en su peor posición en más de un siglo con un 13.9% de los votos, Scholz permaneció en un perfil bajo tras la debacle electoral. La coalición en su conjunto sumó apenas el 31% de los votos, planteando la pregunta de si podrán mantenerse en el poder hasta el otoño de 2025.
El actual desafío del gobierno es recortar 40.000 millones de euros del presupuesto federal para 2025. Las diferencias internas son evidentes: mientras que el SPD y Los Verdes se oponen a recortes en partidas sociales y abogan por flexibilizar las normas de gasto, el FDP insiste en mantener estrictamente estas normas.
Tensión interna
El panorama interno es tenso, con los líderes conservadores de la oposición llamando a Scholz a elecciones anticipadas. La auténtica competencia, según el politólogo Wolfgang Merkel, no es entre el gobierno y la oposición, sino dentro de la propia coalición. Cada partido está defendiendo los intereses de su propio electorado, lo que incrementa los conflictos internos.
Con más de dos tercios de los alemanes descontentos con la gestión del gobierno, Scholz preside el Ejecutivo más impopular de las últimas décadas. La politóloga Ursula Münch sugiere que, aunque las elecciones anticipadas en Alemania resultan improbables debido a los riesgos para los tres socios de gobierno, el descontento tras las elecciones europeas ha generado una sensación de inestabilidad.
Perspectivas futuras
A pesar de los rumores y las especulaciones, la mayoría de los analistas descartan un adelanto electoral. Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, destaca que ninguno de los tres partidos de la coalición tiene interés en nuevas elecciones. La estabilidad es un valor muy apreciado por los alemanes, y un nuevo llamado a las urnas podría resultar contraproducente para la coalición.
Disolver el Bundestag y convocar nuevas elecciones es un proceso complejo en Alemania, solo se ha hecho una vez desde la reunificación, en 2005, por Gerhard Schröder. Además, la opción del voto de censura constructivo, que podría destituir al canciller sin nuevas elecciones, no es viable para la oposición conservadora en este momento.