Olaf Scholz, la nueva cara de Alemania

Tras el largo y reconocido gobierno de Angela Merkel, llega una nueva etapa a Alemania con las elecciones que han llevado a Olaf Scholz a tomar el cargo de canciller el 8 de diciembre de 2021

Olaf Scholz. Foto: ©Thomas Koehler | Federal Government

Tras una larga trayectoria en la política alemana y en el mismo gobierno como vicecanciller, Olaf Scholz tomó el relevo de Angela Merkel como el nuevo canciller de Alemania a sus 63 años con su investidura del pasado 8 de diciembre de 2021.

Scholz creció en Hamburgo, cuidad de la cual sería alcalde más adelante, y desde joven mostró un interés en la política al unirse a sus 17 años al Partido Socialdemócrata (SPD). Después de sus estudios en Derecho empezó a incrementar su presencia política con el cargo de vicepresidente en la organización Juventud Socialista del SPD hasta 1988.

Durante un largo tiempo, su actividad estuvo dividida entre Hamburgo y la capital alemana. En 1998 fue elegido por primera vez como diputado del Bundestag y, más tarde, pasó a convertirse en ministro del Interior del estado federado de Hamburgo.

En 2002, su esfuerzo le llevó a ocupar durante dos años el puesto de secretario general del Partido Socialdemócrata y, posteriormente, el cargo de ministro federal de Trabajo hasta 2009.

Su trayectoria continuó de vuelta en Hamburgo con su elección como alcalde en el año 2011, cargo en el que se mantuvo hasta las elecciones federales de 2017.

Tras sus siete años en la alcaldía, Olaf Scholz se trasladó nuevamente a Berlín en 2018 para asumir su puesto como vicecanciller y ministro de Finanzas del gobierno de coalición de Merkel hasta la fecha.

Un nuevo capítulo para Alemania

Su recta final hacia la jefatura giró alrededor de los sucesos de 2020. En esas fechas, Scholz fue elegido como el candidato de su partido a canciller federal y su pragmática gestión de la pandemia del Covid-19 desde el ministerio de Finanzas elevo sus índices de aprobación.

Su larga carrera profesional junto a la reciente demostración de su experiencia, disciplina y capacidad ante los retos sirvieron como una garantía de estabilidad para la población de Alemania, una confianza que se reflejó con 395 votos a su favor en las elecciones legislativas del Bundestag el 26 de septiembre de 2021.

Olaf Scholz consiguió la victoria con la mayoría necesaria de votos y, seguidamente, formó un acuerdo de coalición con sus dos nuevos socios de Gobierno, los Verdes (Die Grünen) y los Demócratas Libres (FDP), para conseguir 416 escaños; creando así el primer Gobierno tripartito de Alemania.

La nueva Administración busca representar una alianza progresiva desde el comienzo de su mandato en diciembre de 2021, manteniendo unos objetivos acordados para su proyección futura de Alemania.

Una de las principales medidas se centra en su compromiso internacional contra el cambio climático, con la promoción del uso de energía renovable  y la eliminación del carbón como fuente energética para 2038. Asimismo, la modernización de las infraestructuras de comunicación del país es una prioridad como son las redes de telefonía móvil o Internet.

Por otro lado, el impulso previsto en políticas sociales más liberales incluye tanto la legalización de la venta del cannabis recreativo como facilitar el acceso a la ciudadanía, a la vez que se promete un esfuerzo mayor para la delimitación de la deportación de inmigrantes.

Finalmente, también se habla de mejoras para la economía como sería aumentar el salario mínimo y crear un plan de acción para frenar el aumento de los precios de alquiler.

Los nuevos desafíos en sus primeros meses

No obstante, el canciller Scholz y su equipo de gobierno deberán compaginar estos proyectos internos con los retos que rodean la actualidad.

La situación sanitaria por el Covid-19 se mantiene como un frente abierto para Alemania debido al repunte de casos, las nuevas variantes y, especialmente, por la creciente preocupación ante la negativa a vacunarse de ciertos grupos de la población alemana.

De forma externa, el conflicto Rusia-Ucrania presenta tanto un problema de ámbito militar y diplomático como un posible punto en contra de la gestión de Olaf Scholz. Durante los dos meses que lleva en el puesto, sus declaraciones y acciones ante este conflicto internacional han sido calificadas como invisibles, escasas y sin la firmeza necesaria.

Esta consideración general sobre sus habilidades comunicativas está desembocando en la crítica de una Alemania sin voz y sin un papel activo en el marco de las negociaciones internacionales.

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