Las fuerzas ucranianas han intensificado su ofensiva en la región de Kursk, con la reciente destrucción de tres puentes clave que cruzan el río Seym. Esta maniobra, que forma parte de una estrategia envolvente, busca crear una gran zona tapón, aislando a las tropas rusas y facilitando la captura de soldados del Kremlin para posibles intercambios. La destrucción de estos puentes ha complicado enormemente el aprovisionamiento de las fuerzas rusas, dejando a estas últimas en una situación crítica con solo un puente de pontones en la localidad de Glúshkovo como salida.
En paralelo a estos avances, las tropas ucranianas han abierto un nuevo frente en la frontera con Rusia, aproximadamente a 35 kilómetros del primer punto de incursión. En este nuevo sector, las fuerzas ucranianas han tomado el control de unos 11 kilómetros cuadrados de territorio, sugiriendo una posible creación de una bolsa aislada donde las tropas rusas se encontrarían atrapadas. Según el bloguero militar ucraniano Petró Shulikov, se espera que la mayor parte del distrito de Glúshkovo caiga en los próximos días.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha celebrado los avances de su ejército, destacando que en dos semanas de ofensiva, aproximadamente 1.150 kilómetros cuadrados y varias localidades han pasado a control ucraniano. Este avance es el más significativo logrado por Ucrania desde la retirada de las fuerzas rusas del margen occidental del río Dniéper en el otoño de 2022.
Por otro lado, la ofensiva ha tenido repercusiones en el frente general, con la necesidad de redirigir aproximadamente 5.000 soldados desde otros sectores, incluyendo la Brigada Pyiatnashka y la Brigada 200 Motorizada, hacia Kursk. Esta reubicación ha afectado a áreas como Chasiv Yar en el Donbás.
Reacción de Rusia
En Moscú, la situación ha generado un fuerte descontento. El ayudante presidencial Yuri Ushakov ha descartado cualquier posibilidad de negociación mientras las tropas extranjeras ocupen territorio ruso, calificando de inapropiada cualquier discusión en la situación actual. Además, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha acusado a Estados Unidos de estar al tanto y apoyar los planes de ataque ucranianos, sugiriendo que Zelenski no se habría atrevido a emprender la ofensiva sin el visto bueno de Washington.