La primera reunión presencial en seis años entre Donald Trump y Xi Jinping marcó un nuevo capítulo en la competencia estratégica y diplomática entre Estados Unidos y China, con señales de distensión tras meses de escalada comercial. El encuentro, celebrado en Corea del Sur, dio paso a un acuerdo preliminar que combina reducciones arancelarias, compromisos en materia de seguridad química y gestos económicos destinados a estabilizar la relación bilateral.
Trump anunció una rebaja inmediata de aranceles a productos chinos vinculados a componentes utilizados para elaborar fentanilo, así como un compromiso de Pekín para frenar la salida de precursores químicos. Según el presidente estadounidense, China empezará a adquirir “grandes cantidades” de soja estadounidense, mientras que Washington reducirá del 20% al 10% los aranceles relacionados con ese sector. Ambos gobiernos habían trabajado en este entendimiento durante la semana previa, lo que permitió presentar un marco de cooperación que busca contener tensiones acumuladas desde principios de 2025.
El acuerdo también aborda un punto estratégico para las cadenas de suministro globales: las tierras raras. Trump destacó que Xi aceptó flexibilizar las restricciones a la exportación de estos minerales críticos durante un año, un gesto que el mandatario calificó de “histórico”. Pekín controla la mayor parte de la producción y procesamiento mundial, y su postura regulatoria se ha convertido en un indicador clave para industrias tecnológicas, militares y energéticas. Trump subrayó que el acuerdo “se firmará muy pronto” y afirmó que quedan “pocos obstáculos”.
Concesiones estratégicas
Horas más tarde, el Ministerio de Comercio chino confirmó los compromisos y añadió que Estados Unidos suspenderá temporalmente tasas portuarias aplicadas al sector logístico chino, a lo que China respondió con una medida equivalente para la flota estadounidense. Este intercambio se interpreta como un intento de frenar un desacoplamiento acelerado, reflejado en desviaciones comerciales hacia terceros mercados como la Unión Europea.
La distensión no elimina las fricciones estructurales. Trump evitó mencionar Taiwán durante la reunión, aunque en la isla persiste la inquietud ante la posibilidad de concesiones estratégicas en favor de ventajas económicas. Trump adelantó que viajará a China en abril, mientras que una posible visita de Xi a Washington podría producirse a finales de 2026. Con esta secuencia diplomática, ambos líderes buscan proyectar estabilidad mientras preparan ciclos políticos internos decisivos y evalúan hasta dónde pueden cooperar sin ceder en sus objetivos estratégicos.
 
								 
															






