El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha lanzado este lunes un ultimátum público a Vladímir Putin para que ponga fin a la guerra en Ucrania en un plazo de “10 o 12 días”. De no cumplirse, ha advertido, Rusia se enfrentará a una ofensiva arancelaria que endurecería aún más las condiciones de su economía, ya asfixiada por las sanciones acumuladas desde 2022. Trump ha explicado que “cinco veces” se estuvo cerca de alcanzar un acuerdo, pero cada intento, en sus palabras, ha sido frustrado por bombardeos rusos sobre ciudades como Kiev.
El aviso ha sido formulado en el contexto de su encuentro en Escocia con el primer ministro británico, Keir Starmer, con quien compartió una jornada en Turnberry y Aberdeenshire, aprovechando la estancia de cuatro días del mandatario estadounidense en el Reino Unido. Trump ha retomado así el control discursivo sobre dos de los principales focos de la política exterior estadounidense: Ucrania y Gaza.
Cambio retórico respecto a Gaza
Respecto a Gaza, el presidente estadounidense ha introducido un cambio retórico significativo. Aunque sigue sin asumir una línea frontalmente crítica con Israel, ha declarado que “esos niños parecen muy hambrientos”, en una clara discrepancia con la versión de Benjamín Netanyahu, quien niega una crisis humanitaria a gran escala en la Franja. Trump ha reclamado a Israel un enfoque “diferente” en su gestión del conflicto, al tiempo que ha acusado a Hamás de usar a los rehenes como “escudo”, lo que, a su juicio, impide cualquier avance real hacia el alto el fuego.
Para Starmer, Gaza es uno de los puntos centrales de su agenda exterior y doméstica. El primer ministro ha calificado la situación como “una catástrofe absoluta” y ha señalado que su Ejecutivo estudia alinearse con Francia y otros países europeos que ya han reconocido al Estado Palestino. La presión interna por una mayor implicación humanitaria ha aumentado notablemente en el Reino Unido, con voces dentro del Gobierno reclamando un cambio de rumbo más firme en política exterior.
Relaciones diplomáticas
La visita informal también ha servido para abordar la relación comercial entre Washington y Londres. Starmer ha insistido en la necesidad de rebajar los aranceles estadounidenses al acero, al aluminio y a sectores como la automoción o la farmacéutica. Actualmente, Reino Unido disfruta de condiciones más favorables que la UE, con un umbral arancelario del 10% frente al 25% que rige para los socios europeos. Aun así, Londres aspira a consolidar esa ventaja en un contexto donde el acercamiento político entre Trump y Starmer parece avanzar con fluidez, pese a sus diferencias ideológicas.
Trump, que ha elogiado públicamente a Starmer, refuerza así un canal diplomático privilegiado con Reino Unido, en contraste con su relación más áspera con Bruselas. Este gesto podría tener implicaciones duraderas si el mandatario republicano logra la reelección en noviembre, en un momento en el que las prioridades estratégicas de EE. UU. parecen inclinarse hacia una configuración más bilateral de sus alianzas.