Estados Unidos incrementa su implicación en el conflicto entre Israel e Irán, con una estrategia marcada por la presión militar y las amenazas directas por parte del presidente Donald Trump. Tras abandonar de forma abrupta la cumbre del G-7 en Canadá, Trump ha elevado el tono contra Teherán, exigiendo una “rendición incondicional” y anunciando un nuevo despliegue de fuerzas aéreas en la región.
El mandatario estadounidense ha afirmado en la red social Truth que conoce la ubicación del líder supremo iraní, Ali Jameneí, a quien calificó de “blanco fácil”, aunque ha descartado su eliminación “por ahora”. En paralelo, el Pentágono ha movilizado aviones de combate F-16, F-22 y F-35 hacia Oriente Próximo, en lo que se describe como un movimiento de carácter defensivo para interceptar drones y misiles.
El contexto regional es de máxima tensión. Israel ha iniciado una ofensiva a gran escala contra Irán, dirigida a instalaciones nucleares, centros de mando militar y figuras clave del programa armamentístico iraní. Las autoridades israelíes han justificado los ataques como medida preventiva frente al desarrollo de una posible arma nuclear por parte de Irán. El intercambio de fuego ha causado ya centenares de víctimas: más de 220 muertos en Irán y al menos 24 fallecidos en Israel.
«Final real» al conflicto
A bordo del Air Force One, Trump reiteró su postura inflexible: no busca una tregua, sino un “final real” al conflicto. También deslizó la posibilidad de enviar emisarios para negociar, aunque al mismo tiempo expresó su escasa disposición a dialogar con Teherán. Su vicepresidente, J. D. Vance, insinuó que el presidente podría considerar una intervención directa con el objetivo de frenar el programa nuclear iraní.
El gobierno israelí ha solicitado apoyo logístico a Estados Unidos, especialmente por la dificultad de destruir la planta nuclear de Fordow, ubicada a gran profundidad bajo tierra. Este hecho aumenta la posibilidad de una participación activa de las fuerzas estadounidenses en una ofensiva dirigida contra las capacidades nucleares iraníes.
Mientras tanto, el flujo de evacuaciones en Teherán se intensifica tras las advertencias tanto de Israel como de Estados Unidos. Trump ha instado a los civiles a abandonar la capital iraní “inmediatamente”, apelando a razones de seguridad, aunque una evacuación masiva en una ciudad de 10 millones de habitantes se presenta como inviable en términos logísticos.
Con un discurso cada vez más beligerante y un despliegue militar en expansión, Estados Unidos parece dirigirse hacia una implicación más directa en el conflicto, marcando un punto de inflexión en su estrategia hacia Irán y en el equilibrio regional.