En un gesto inédito desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022, el Kremlin ha manifestado su disposición a considerar una reunión directa entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó este lunes que tal cumbre podría tener lugar si previamente se celebra una reunión preparatoria entre expertos de ambos países. Aunque en el pasado Moscú había descartado este tipo de encuentros por considerarlos “inútiles” si no aseguraban la aceptación de sus objetivos militares, el tono ha cambiado en un momento de creciente presión internacional.
Putin ha cambiado el tono tras descartar siempre encuentros de este tipo.
El giro de Moscú coincide con un endurecimiento de la postura de Washington. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha lanzado un ultimátum a Rusia: si no se produce un avance hacia una tregua antes del viernes 8 de agosto, se aplicará un nuevo paquete de sanciones económicas, tanto sobre Rusia como sobre los países que adquieran sus recursos energéticos. Entre los principales afectados por las sanciones secundarias destaca India, segundo mayor importador de petróleo ruso tras China. Mientras la Casa Blanca presiona a Nueva Delhi, evita de momento confrontar directamente con Pekín, cuyo Gobierno ya ha advertido que no alterará sus compras de gas y petróleo ruso.
Desde mayo, Trump y Zelenski han solicitado públicamente a Putin que acepte una reunión bilateral. También Turquía ha intensificado su papel de mediador. El presidente Recep Tayyip Erdogan ofreció Estambul como sede para una posible cumbre y, según su ministro de Exteriores, Hakan Fidan, se han percibido señales de apertura por parte de Moscú. Tres reuniones entre delegaciones rusas y ucranianas en la ciudad turca han producido pocos avances, aunque permitieron el intercambio de prisioneros y combatientes fallecidos.
Ucrania sostiene que cualquier negociación real debe contar con garantías multilaterales. El asesor presidencial Andrii Yermak respondió a Peskov asegurando que Kiev ya está preparada para el encuentro y que la falta de concreción por parte rusa sugiere una nueva táctica dilatoria.
Contexto geopolítico
La ventana diplomática se abre en un contexto de máxima tensión militar. Rusia ha intensificado su ofensiva de verano en el este de Ucrania y avanza en puntos clave de la región de Donetsk, como Chasiv Yar y Pokrovsk. Al mismo tiempo, Ucrania multiplica sus ataques con drones en territorio ruso, incluyendo infraestructuras estratégicas en Sochi y Volgogrado. El objetivo de Kiev es aumentar el coste de la guerra para el Kremlin y forzar su disposición a negociar desde una posición más equilibrada.
Estados Unidos ha reforzado su presión militar con el despliegue de dos submarinos nucleares cerca de aguas rusas. La medida, anunciada por Trump tras un mensaje amenazante del ex presidente ruso Dmitri Medvédev, eleva aún más la tensión en el tablero internacional.
Pese a la retórica reciente del Kremlin, las exigencias para una tregua —entre ellas, la retirada de Ucrania de las regiones ocupadas, su renuncia a la OTAN y el cese del suministro occidental de armas— siguen impidiendo avances sustanciales. La posible reunión entre los líderes, de producirse, marcaría un hito, pero su viabilidad dependerá de si ambas partes están dispuestas a aceptar compromisos reales más allá de los gestos tácticos.