Corea del Norte vuelve a estar bajo el foco internacional tras la captura de dos de sus soldados en la región rusa de Kursk, donde, según autoridades de Ucrania y de Corea del Sur, miles de militares norcoreanos han estado colaborando con las fuerzas rusas. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, confirmó que los prisioneros permanecen en un centro de detención de Kiev, con atención médica y la ayuda de intérpretes. Uno de ellos desea regresar a su país, mientras el otro estaría dispuesto a quedarse en Ucrania.
Desde la Casa Blanca y el Pentágono aseguran que estos casos demuestran una creciente participación de Pyongyang en el conflicto. La inteligencia surcoreana indicó que algunos mandos rusos exigen a sus soldados norcoreanos suicidarse antes de ser capturados, y un alto cargo militar ucraniano estima que unos 200 combatientes de Corea del Norte han muerto o resultado heridos en combates recientes.
Pese a que Pyongyang no ha reconocido públicamente el despliegue de tropas, Kiev insiste en que entre 10.000 y 12.000 soldados de Corea del Norte podrían haber cruzado a suelo ruso para reforzar a Moscú en una guerra que ya dura casi tres años. El presidente Zelenski ofreció devolver a los soldados capturados si Kim Jong Un colabora en la liberación de prisioneros de guerra ucranianos retenidos en Rusia. Fuentes del Servicio de Seguridad de Ucrania consideran esta oferta un intento de exponer el papel real de Corea del Norte en el conflicto.
Observadores internacionales temen que la implicación activa de tropas norcoreanas intensifique las tensiones regionales y dificulte la búsqueda de una salida diplomática. Diversos gobiernos exigen a Pyongyang que clarifique su papel en el conflicto y advierten que un mayor respaldo a Rusia podría derivar en sanciones adicionales contra el régimen de Kim Jong Un.