Reino Unido

El verano de Farage: del Brexit a la candidatura al 10 de Downing Street

Nigel Farage aprovecha el verano para posicionar el nacionalismo británico y recalibrar el debate sobre inmigración, desafiando a laboristas y conservadores, y transformando el panorama político de Reino Unido de cara a la próxima legislatura

Nigel Farage, durante un discurso en agosto, con la bandera de Reino Unido de fondo. Foto: ©Nigel Farage/ Oficial.

Nigel Farage, líder de Reforma UK, vive su momento dulce en Reino Unido tras capitalizar el discurso en la política británica convirtiéndose en un actor central durante el verano de 2025. Mientras gran parte del resto de líderes optaba por un bajo perfil durante las vacaciones, Farage ha intensificado su exposición ante los medios y ha logrado situar la inmigración como la principal preocupación de los votantes. Este reposicionamiento ha colocado su discurso nacionalista—centrado en la idea de «recuperar el país para los británicos»—al frente de la conversación pública.

La aparición de Farage en un hangar de Oxford para presentar su plan de deportaciones constituye uno de los gestos más emblemáticos de su campaña estival. Su propuesta combina la expulsión de hasta 600.000 personas en situación irregular y una marcada reducción de impuestos, esbozando un proyecto de país basado en la soberanía y el control fronterizo.

La sombra del Brexit

A pesar de que el 56% de los británicos considera el Brexit un error, Farage mantiene la narrativa de que su ejecución inacabada sigue obstaculizando el desarrollo nacional. Buena parte de la opinión pública asocia hoy el Brexit a dificultades económicas y al deterioro de servicios básicos, pero el liderazgo de Farage permanece ajeno a ese desgaste.

Durante los últimos diez meses, Farage lidera las encuestas con una ventaja de cerca de diez puntos sobre el Labour. Si esta tendencia se mantiene, podría traducirse en una mayoría significativa en la Cámara de los Comunes, algo inédito hasta ahora para una fuerza surgida tras el Brexit. Este avance genera desconcierto tanto entre laboristas como conservadores, que no logran articular respuestas efectivas frente al crecimiento del nacionalismo promovido por Farage.

Mientras Keir Starmer pone el foco en medidas técnicas para agilizar los trámites de asilo y mejorar la gestión de refugios temporales, Kemi Badenoch endurece el discurso conservador y propone ampliar las deportaciones a más colectivos, además de explorar acuerdos de repatriación incluso con gobiernos complejos como el de Afganistán. Entre tanto, una parte importante del debate migratorio se radicaliza, dejando al Parlamento ante el reto de equilibrar seguridad, cohesión social y derechos fundamentales en un contexto cada vez más polarizado.

Respuestas a la incertidumbre

Las propuestas de Farage resuenan especialmente en segmentos de la población que demandan respuestas claras ante la incertidumbre y la percepción de pérdida de control nacional. Su enfoque busca transformar la identidad política británica a largo plazo, promoviendo una visión de país más homogénea y menos dependiente de la tradición multicultural que ha caracterizado a Reino Unido durante décadas. El efecto ya es tangible: la inmigración supera al coste de la vida y a la sanidad como tema prioritario para el electorado, lo que marca una inflexión relevante en la agenda del país.

Con la vuelta del curso a partir de septiembre, la figura de Farage apunta a consolidarse con un papel protagonista. Mientras los partidos tradicionales continúan buscando un equilibrio entre el pragmatismo y la respuesta efectiva al auge del nacionalismo británico, el líder de Reforma UK parece haber tomado la iniciativa.

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