Estados Unidos

Trump ordena la salida de EE. UU. de la UNESCO y reafirma su repliegue internacional

Estados Unidos ha comunicado su salida de la Unesco por segunda vez durante un mandato de Donald Trump, alegando incompatibilidades con su política exterior

Banderas en la UNESCO, París. Foto: ©Fred Romero/ Flickr.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado su retirada de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), una decisión que marca el regreso a una política exterior basada en el repliegue nacional y el escepticismo hacia el multilateralismo. El anuncio, realizado por el Departamento de Estado que encabeza Marco Rubio, responde a las discrepancias ideológicas de la Administración Trump con la agenda social, cultural y política de la organización con sede en París.

Según el comunicado oficial, la salida —que se hará efectiva en diciembre de 2026— obedece a que la participación estadounidense “no redunda en el interés nacional”. La Casa Blanca ha citado como elemento central de fricción la inclusión de Palestina como Estado miembro desde 2011, una decisión que, a juicio de Washington, alimenta una narrativa “antiisraelí” incompatible con su política exterior. Esta línea de argumentación fue ya empleada por la Administración Trump durante su primer mandato, cuando en 2017 EE. UU. abandonó la Unesco por primera vez en décadas.

Más allá del aspecto puntual, la decisión se inserta en una visión estructural que choca con los fundamentos del sistema multilateral posterior a la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno republicano denuncia el “excesivo enfoque” de la Unesco en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a los que califica como una “agenda globalista e ideológica”. En línea con esta postura, la Administración Trump ha recortado programas de ayuda exterior, cancelado fondos para emergencias internacionales y condicionado la pertenencia a organismos multilaterales a una defensa explícita de sus intereses nacionales.

“Agenda globalista e ideológica”.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, calificó la decisión de Trump como “lamentable, pero esperada”, subrayando su impacto potencial sobre universidades, ciudades y sitios patrimoniales vinculados a programas de la organización. A pesar de ello, la Unesco asegura estar preparada para hacer frente a esta nueva defección, gracias a la diversificación de sus fuentes de financiación. Actualmente, la contribución de EE. UU. representa menos del 8 % del presupuesto total de la agencia.

La retirada también ha generado reacciones en el ámbito diplomático. El presidente francés, Emmanuel Macron, expresó su “apoyo inquebrantable” a la Unesco, destacando su papel como “guardiana universal” del patrimonio común de la humanidad. La salida de EE. UU. podría suponer no solo un debilitamiento presupuestario, sino un nuevo golpe simbólico al consenso internacional sobre la importancia de la cooperación multilateral en áreas clave como la educación, la cultura o la libertad de expresión.

En términos históricos, se trata de la tercera vez que EE. UU. abandona la organización. Ya lo hizo en 1984 bajo Ronald Reagan, y regresó en 2003 con George W. Bush. Tras la presidencia de Trump, su sucesor, Joe Biden, restableció la pertenencia al organismo, como parte de su estrategia de reconexión con las instituciones internacionales.

Este nuevo distanciamiento vuelve a subrayar la tensión entre dos modelos de política exterior: uno basado en la cooperación global, y otro en la autosuficiencia estratégica y la desconfianza hacia estructuras compartidas.

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