Era el día señalado para el presidente del Gobierno y la oposición. La comparecencia de Pedro Sánchez en la comisión del Senado por el Caso Koldo se transformó en una arena política donde los púgiles desataron sus golpes a diestro y siniestro. En un principio se presumía un interrogatorio exahaustivo de la oposición sobre las posibles vinculaciones del mandatario socialista con la trama de corrupción del Caso Koldo. Nada más lejos de la realidad, así fue, pero Sánchez tenía cartas guardadas con las que salir a defenderse, y no solo, también salió a atacar.
La confrontación abierta se produjo desde el inicio de la comparecencia y durante las más de cuatro horas que duró la comisión, el presidente intercambió reproches con el presidente de la comisión, Eloy Suárez, a quien acusó de parcialidad. Ese choque inicial marcó una sesión caracterizada por interrupciones continuas, exigencias de respuestas cerradas y acusaciones cruzadas. La tensión se mezcló con episodios de sarcasmo, cuando Sánchez respondió con humor a preguntas que consideraba fuera de lugar o irrelevantes para el objetivo declarado de la comisión.
Pagos en efectivo
Lo reconoció. El presidente del gobierno admitió haber recibido pagos en efectivo en etapas previas de su carrera política, aunque subrayó que las cantidades no superaron los límites legales y que existía documentación para justificar los movimientos. La oposición siguió contraatacando con toda clase de estrategias retóricas que llevaron la sesión al límite por momentos. Entre llamadas al orden, golpes en la mesa y a veces gritos, la comisión prosigió su curso con las intervenciones de senadores aliados incluidos.
Sánchez reservó su tono más serio para responder preguntas sobre las acusaciones contra José Luis Ábalos y Koldo García, subrayando que desconocía comportamientos personales ilícitos y expresando rechazo hacia conductas que pudieran vulnerar la dignidad de las mujeres. También rechazó cualquier vinculación de su esposa, Begoña Gómez, con decisiones gubernamentales, denunciando ataques personales y campañas de descrédito.
Alegato acusatorio de Miranda de Larra
El momento clave de la jornada tuvo lugar con la intervención del diputado popular Alejo Miranda de Larra. Antiguo responsable de Infrestructuras Sanitarias en la Comunidad de Madrid e impulsor del Hospital Isabel Zendal, Miranda llegó al Senado tras su papel público durante la pandemia, etapa en la que también sufrió la enfermedad y fue hospitalizado en la UCI.
Con un estilo particularmente combativo, convirtió la recta final de la comisión de investigación en algo parecido a un juicio. Ganas no le faltaban. Planteó su interrogatorio como un alegato acusatorio, apoyado en fórmulas jurídicas y tono propio de una sala judicial. Pese a ello, el intento de poner contra las cuerdas al jefe del Ejecutivo, los cruces verbales y la intensidad de las intervenciones dejaron un escenario caótico y con pocas conclusiones para el análisis político.
Lejos de arrinconarse, Sánchez dispuso de un espacio para consolidar su discurso, cohesionar apoyos parlamentarios aliados y tensionar la relación con el PP recordando casos de corrupción pasados. El presidente reforzó su mensaje: considera la investigación impulsada por el Senado como una herramienta partidista destinada a erosionarlo políticamente. Mientras tanto, el recorrido judicial sigue su curso y habrá que esperar para confirmar nuevo ciclo político o Pedro Sánchez tiene un nuevo chaleco salvavidas.
 
								 
															






