Nueva Zelanda

Jacinda Ardern, popularidad neozelandesa para el escaparate internacional

La Primera Ministra de Nueva Zelanda goza de buena popularidad y es una de las mujeres mejor valoradas por los ciudadanos de Occidente

La Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en Waitangi el pasado 22 de enero de 2022. Foto: ©Gobierno de Nueva Zelanda.

Hay liderazgos que se construyen en las situaciones más críticas para un país. La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha consolidado su imagen internacional por su gestión de la pandemia de la covid-19, aplaudida mundialmente y por su carisma frente al atentado supremacista que sufrió Nueva Zelanda contra dos mezquitas en 2019. Junto a Sanna Marin y Mette Frederiksen, Ardern forma parte de un núcleo femenino que se ha hecho fuerte tras el estallido de la pandemia que pone en valor la gestión de las mujeres frente a crisis globales.

La líder del Partido Laborista neozelandés llevó a cabo una estrategia de eliminar la curva de contagios, en vez de aplanarla como la mayoría de países del globo terráqueo. Esta estrategia le llevó a cerrar a cal y canto las fronteras del país cuando tan solo había seis casos confirmados de coronavirus.

Empatía y firmeza, claves de su liderazgo

La primera ministra ha capeado hasta entonces la pandemia con un exhaustivo control de sus fronteras, tanto para entrar, como para salir. Además, realizó una campaña de difusión de información a través de su cuenta de Instagram que recibió críticas positivas por mantener un perfil cercano y responsable de cara al ciudadano.

Ya con la pandemia superada y la población vacunada, la gestión de Jacinda Ardern se considera como una de las más eficaces del planeta. Tanto es así, que su figura aún permanece como un referente político a nivel mundial, por su empatía y firmeza en la toma de decisiones. Los expertos atribuyen la cualidad empática de la política neozelandesa su gran capacidad para conectar con los ciudadanos.

Comunicación en tiempos de crisis

La primera muestra de ello se produjo en marzo de 2019 cuando Nueva Zelanda vivió el peor ataque terrorista de su historia, tal y como publicó El País. Un ultraderechista islamófobo disparó contra las personas congregadas en dos mezquitas de la ciudad de Christchurch y mató a 51 de ellas. Ardern, una persona que abandonó la fe mormona en la que había sido educada, realizó entonces un discurso inclusivo, antixenófobo (muchas de las víctimas eran inmigrantes) y respetuoso con la comunidad musulmana del país.

Mientras los neozelandeses veían como la economía entraba en recesión tras la crisis del coronavirus, Jacinda Ardern anunció un recorte del 20% de su sueldo, y el de los ministros y ejecutivos públicos.

“Ellos son nosotros”, señaló, y como gesto de respeto utilizó un hijab, un velo negro, para cubrir su cabeza en los encuentros que mantuvo con los familiares de las víctimas. Poco después, mientras los neozelandeses veían como la economía entraba en recesión tras la crisis del coronavirus, Jacinda Ardern anunció un recorte del 20% de su sueldo, y el de los ministros y ejecutivos públicos.

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