Washington y Caracas viven un nuevo capítulo de tensones geopolíticas, el presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado personalmente un ataque letal en aguas internacionales del Caribe contra una embarcación que zarpó desde Venezuela, acusada de transportar drogas hacia territorio norteamericano. El operativo, que resultó en la muerte de once personas a bordo, se inscribe en la reciente escalada de acciones impulsadas por la Administración Trump para combatir el narcotráfico y reforzar el control sobre las rutas marítimas claves de la región.
Trump ha confirmado que el ataque fule lanzó por orden suya y ha asegurado que los ocupantes formaban parte del Tren de Aragua, organización que el Departamento de Estado incluyó en febrero en la lista de entidades terroristas extranjeras y que, según el mandatario, opera bajo el amparo del presidente venezolano Nicolás Maduro. El presidente detalló que la operación se ejecutó en el área de responsabilidad del Mando Sur de Estados Unidos, desde donde actualmente se despliega una poderosa flotilla militar, dotada de destructores, submarinos y aviones, en el límite con las aguas nacionales venezolanas.
Advertencia directa
El ataque se justifica, según Trump, como una advertencia directa para quienes consideran transportar drogas hacia Estados Unidos. “Que esto sirva de advertencia a cualquiera que esté pensando aunque sea de lejos la posibilidad de meter drogas en Estados Unidos. ¡Cuidado!”, remarcó en su mensaje en redes sociales. El secretario de Estado, Marco Rubio, respaldó la operación y reiteró el compromiso de continuar la lucha “contra los carteles de la droga que inundan las calles estadounidenses”.
La Casa Blanca argumenta que la intensificación de las operaciones navales busca frenar el flujo de sustancias como el fentanilo, cuya entrada en el país incrementa la violencia y la crisis de salud pública. El Gobierno de Trump sitúa al propio Maduro como dirigente de una red criminal que involucra altos cargos venezolanos y enlaces con grupos armados de Colombia y México. Esta narrativa, centrada en la conexión política y delictiva, refuerza el enfoque estratégico de Washington en la región y añade presión internacional sobre el Ejecutivo venezolano.
El Gobierno de Trump sitúa al propio Maduro como dirigente de una red criminal que involucra altos cargos venezolanos y enlaces con grupos armados de Colombia y México.
Por su parte, el Gobierno de Nicolás Maduro rechaza cualquier implicación en actividades criminales y denuncia la operación estadounidense como una amenaza directa a la soberanía nacional. Maduro ha emplazado a las fuerzas armadas y a milicianos civiles a prepararse para una posible escalada del conflicto, planteando el escenario de una “lucha armada” en caso de agresión extranjera. “Venezuela está enfrentando la más grande amenaza en cien años en nuestro continente”, aseguró el presidente venezolano ante la prensa internacional, aludiendo al despliegue militar estadounidense en el Caribe y a una presión considerada sin precedentes.
En este contexto, la diplomacia internacional observa cómo la confrontación entre Trump y Maduro redefine la seguridad marítima y la cooperación regional contra el tráfico ilícito, mientras aumenta la preocupación por las posibles derivadas militares en una zona históricamente sensible a la injerencia y los conflictos geopolíticos.