El sobrepeso y la obesidad representan uno de los mayores problemas mundiales y las cifras son preocupantes. Se prevé un crecimiento exponencial según el World Obesity Atlas 2023 de forma que pasaremos de un 38 % de personas con exceso de peso en 2020 y con necesidad de tratamientos a un 51% en 2035, y de ellas el 24% serán personas con obesidad. Son afecciones que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la diabetes, cardiovasculares, articulares y cáncer, entre otras muchas. En España las perspectivas son similares a la mayoría de países Europeos con una expectativa de crecimiento de la enfermedad que pasaría en el adulto de un 22% en 2020 al 37% en 2035.
La Doctora Susana Monero, jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional y secretaria de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), explica los motivos del por qué ocurre esto. “Somos seres hechos biológicamente, es decir, diseñados genéticamente para comer y almacenar energía en forma de grasa en el tejido adiposo, hecho que tiene un significado importantísimo en la supervivencia”.
Círculo vicioso de la obesidad
Las personas ganan peso, la obesidad les hace enfermar, y se establece un círculo vicioso muy difícil de romper, porque cuanta más obesidad más hambre, menos movilidad y por tanto más difícil de controlar. Según la especialista del Hospital Ruber Internacional, el tratamiento clásico de la enfermedad conocido como cambios en el estilo de vida con restricción calórica, o dietas de diferente composición (Mediterránea, Dash, Keto, Paleo, etc.), con aumento de la actividad física, se conseguían perdidas de peso entorno 5-8 %.
“Sabíamos que el peso se recuperaba rápidamente en cuanto te apartabas del camino, y tanto el paciente como el médico sentían el fracaso. Así se establecía el circulo de engordar/adelgazar y vuelta a empezar”.
El estudio Action-IO, describe que la mitad de personas con obesidad han hecho un mínimo de 4 tratamientos serios para adelgazar con dietas y actividad física, con las que conseguían pérdidas importantes de peso y un porcentaje elevado de pacientes supera los 20 intentos a lo largo de su vida. “Cuando el exceso de peso sobrepasaba unos límites y aparecía lo que denominamos obesidad grave o mórbida, originando más complicaciones metabólicas, se recurría a otras técnicas endoscópicas o quirúrgicas con las que se conseguía perdidas de peso que se situaban entre un 15-40 o hasta el 50%. Pero incluso en pacientes operados la recuperación de peso planeaba como una maldición”, sostiene Susana Monereo.
Tratamientos innovadores
“No había otro camino” comenta la doctora, pero hace relativamente poco, en 2018, fue autorizado la utilización de un fármaco Liraglutida, conocido comercialmente como Saxenda para perder peso con el que se consiguen perdidas de alrededor del 10% en personas diagnosticadas de obesidad, “empezábamos a ver luz al final del túnel”, resalta. Tal y como explica la doctora Monereo, por primera vez teníamos un fármaco seguro y eficaz que ayudaba a reducir el hambre porque produce saciedad. La investigación y el esfuerzo científico habían dado sus frutos; se perdía peso y se podía mantener el peso perdido a largo plazo, algo impensable 5 años atrás”, reconoce la doctora.
“Hoy, la ciencia y la investigación han avanzado, y en el mercado ya tenemos un fármaco derivado del anterior más potente, más eficaz que consigue perdidas de peso superiores que pueden llegar al 20%. Es la Semaglutida, comercializada en EEUU con el nombre de Wegoby. En Europa todavía no está disponible como tal, aunque si lo tenemos comercializado con el nombre de Ozempic y está autorizado en diabetes”, indica Monereo.
Investigación
Pero además, la cosa no queda aquí, y como era de esperar la investigación ha dado un paso más y ya está en el mercado americano la Tirzepatida, otro fármaco de la familia de los dos anteriores “las incretinas”, hormonas gastrointestinales que ayudan en la regulación del peso produciendo saciedad y reduciendo el hambre con la consiguiente pérdida de peso, con pocos efectos secundarios y con unos beneficios a largo plazo espectaculares sobre la reducción de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Este fármaco ya ha demostrado perdidas de peso que pueden llegar al 30%. “Este medicamento, que podría administrarse hasta estabilizar el peso, es eficaz, seguro y puede ser una alternativa a la cirugía bariátrica”, afirma la doctora Susana Monereo.
Existen otros fármacos en desarrollo en fase 2-3 de ensayo clínico en humanos de la familia de las incretinas Cagrilintida, Cagrilintida+ Semaglutida, Retratutida, Pemvidutida, y otros de otra clase como el Bimagrumab que parece reducir el hambre y aumentar el gasto energético.
La Doctora Susana Monereo es optimista y les augura a las personas con obesidad un futuro prometedor hasta hace pocos años impensable, “disponer de tratamientos eficaces y seguros para su enfermedad”.