El Gobierno del Reino Unido ha anunciado su intención de reconocer el Estado de Palestina en la próxima Asamblea General de la ONU en septiembre, a menos que Israel emprenda acciones sustantivas para frenar la crisis humanitaria en Gaza y retome el camino hacia una solución política basada en la coexistencia de dos Estados. Con este movimiento, el primer ministro británico, Keir Starmer, introduce una nueva dimensión diplomática al conflicto en Oriente Próximo, con Gaza en el foco, y vincula directamente el reconocimiento internacional a medidas verificables en el terreno.
La posición del Ejecutivo británico no se plantea como una declaración simbólica o meramente retórica. Londres ha establecido una serie de condiciones específicas: alto el fuego en Gaza, renuncia explícita a la anexión de Cisjordania y un compromiso tangible con un proceso de paz duradero. De no cumplirse estos requisitos, el Reino Unido avanzará en la vía del reconocimiento unilateral, sumándose a una dinámica que ya han abierto países como España o Francia.
Giro en la diplomacia británica
Esta decisión marca un giro en la tradicional ambigüedad británica sobre el conflicto israelí-palestino y tiene implicaciones más allá del corto plazo. Londres se posiciona como un actor que busca sostener la viabilidad de la solución de los dos Estados, una fórmula internacionalmente aceptada pero crecientemente erosionada por la realidad sobre el terreno y la dinámica política en Israel.
Desde Tel Aviv, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha respondido con dureza, acusando al Reino Unido de «recompensar el terrorismo de Hamás» y advirtiendo que un Estado palestino en las actuales condiciones supondría una amenaza para la seguridad regional. Sin embargo, en el plano interno británico, Starmer ha recibido presiones crecientes por parte del Parlamento, así como de miembros destacados de su gabinete, para avanzar en una posición más firme. Más de 200 diputados, incluidos conservadores, se habían manifestado ya a favor de un reconocimiento sin condiciones.
El ministro de Exteriores, David Lammy, confirmó la postura del Gobierno desde Nueva York, en un discurso que apeló tanto a la justicia como a la estrategia a largo plazo. “Proteger la posibilidad de dos Estados es ahora una necesidad histórica”, afirmó, recordando que la negativa de Israel a avanzar en esa dirección no solo perjudica a los palestinos, sino que también compromete la seguridad del propio Estado israelí.
“Proteger la posibilidad de dos Estados es ahora una necesidad histórica”.
El contexto humanitario en Gaza —marcado por una hambruna severa y crecientes víctimas civiles— ha catalizado esta decisión. La gestión de la crisis, sumada a la creciente presión internacional, ha puesto a Starmer frente a una disyuntiva: mantener una postura ambigua o adoptar un papel más proactivo en Gaza. Aunque el primer ministro ha insistido en que el reconocimiento de Palestina no es incondicional, el anuncio ha sido interpretado como un punto de inflexión en la política exterior británica respecto al conflicto.
De concretarse en septiembre, este paso reforzaría una tendencia internacional que busca reequilibrar el enfoque diplomático en Oriente Próximo y reactivar los marcos de negociación que durante años han permanecido estancados.