El ejército israelí lanzó en la madrugada del martes su ofensiva terrestre en Ciudad de Gaza, operación en la que participan dos divisiones y que marca, según fuentes militares, la “principal fase” del control militar sobre la capital del enclave palestino. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó la incursión sobre la ciudad de Gaza como “poderosa operación” y subrayó que el avance responde a su compromiso de no detenerse hasta desmantelar por completo las estructuras de Hamás. Por su parte, el ministro de Defensa, Israel Katz, celebró el despliegue con el mensaje: “Gaza arde”, confirmando el tono de determinación con el que las autoridades gestionan la fase actual del conflicto.
Aunque la población civil se encuentra en una situación de vulnerabilidad extrema —fruto de dos años de desplazamientos forzados y la destrucción sistemática de barrios—, alrededor de 600.000 personas permanecen atrapadas en la ciudad, cuyos accesos y rutas de escape están cada vez más restringidos.
Las tropas han comenzado a desplazarse hacia el centro de la ciudad y se espera que el control territorial sobre Gaza se adapte a una estrategia de movimientos combinados y graduales en las próximas jornadas. Las Fuerzas Armadas israelíes estiman que el 40% de la población de Ciudad de Gaza ha logrado huir, aunque la ONU alerta de que solo el 18% del territorio de la Franja queda fuera de áreas con presencia militar o bajo órdenes de evacuación.
Acusaciones de la ONU
El inicio de la ofensiva coincide con la denuncia pública de una comisión de investigación de Naciones Unidas, que acusa a Israel de cometer genocidio en Gaza. Mientras tanto, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, apoyó la ofensiva tras reunirse con Netanyahu, reiterando que “Hamás debe dejar de existir” y situando la responsabilidad del alto el fuego en el movimiento islamista. Rubio sugirió desde Doha que el fin de la confrontación podría resolverse en días o semanas, siempre que Hamás acepte la desmilitarización total.
Los desacuerdos internos en el seno del Gobierno israelí, reflejados en los reproches del jefe de Estado Mayor, Eyal Zamir, ilustran la complejidad estratégica de la campaña. Zamir cuestionó la falta de una hoja de ruta para la gestión post-conflicto en Gaza, trasladando a Netanyahu la necesidad de claridad sobre la intención de mantener un posible gobierno militar en la región.
En este nuevo escenario, Israel apuesta por un control prolongado del enclave. La intensidad de la ofensiva y las posiciones fijadas por sus socios internacionales anticipan que el pulso militar en Gaza se prolongará mientras la incertidumbre sobre el futuro político y humanitario aumenta.