El primer ministro Benjamín Netanyahu se distancia abiertamente del plan de paz propuesto por Donald Trump, complicando la posibilidad de un Estado palestino y generando confusión en la comunidad internacional. Apenas unas horas después de que Trump y Netanyahu anunciaran el acuerdo —con veinte puntos enfocados a lograr una tregua en Gaza—, el líder israelí descartó públicamente uno de sus pilares clave: la apertura a un proceso de autodeterminación para los palestinos bajo estrictas condiciones.
En un mensaje difundido en sus redes sociales, Netanyahu calificó dicha opción como un “premio al terrorismo” y remarcó que tanto él como Trump se oponen a la creación de un Estado palestino. Estas declaraciones contrastan con el texto divulgado previamente por la Casa Blanca, donde por primera vez se reconocía la “aspiración legítima del pueblo palestino” y una eventual retirada escalonada de las fuerzas israelíes de Gaza, reemplazadas por una presencia internacional de seguridad, aunque sin plazos concretos.
La posición del primer ministro ha desconcertado especialmente a países árabes que habían mostrado predisposición a respaldar el nuevo marco negociador. Entre tanto, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich ha criticado el plan, argumentando que pone en riesgo la seguridad de Israel al dejarla “en manos de extranjeros” y equiparando la propuesta con el retorno a políticas que, en su opinión, privan al país de control sobre su destino. El desacuerdo público dentro del Ejecutivo israelí refleja divisiones profundas respecto a cómo abordar la reconstrucción de Gaza y el futuro de la relación con los palestinos.
Contexto geopolítico
El incidente diplomático derivado del bombardeo en Doha el 9 de septiembre continúa marcando la agenda geopolítica regional. Tras el ataque —dirigido contra miembros de Hamas y que resultó en la muerte de cinco de sus líderes, así como un guardia catarí— Netanyahu se vio obligado a pedir disculpas de forma oficial a su homólogo catarí, Mohamed Bin Abdulrahman Al Thani, en una rara muestra de contrición diplomática. La llamada sirvió para rebajar tensiones y reabrir el diálogo, después de que Qatar suspendiera momentáneamente su papel mediador. La Casa Blanca subrayó que el perdón incluyó el compromiso de respetar la soberanía catarí, algo que Doha valoró antes de retomar su labor en las negociaciones para la liberación de rehenes y alcanzar un cese el fuego.
El gesto apunta a la necesidad de preservar los lazos con socios clave en el Golfo, como Qatar —sede de una importante base militar estadounidense y mediador central en el conflicto—, al tiempo que evidencia la fragilidad de la arquitectura regional. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos rechazaron el ataque, reflejando las dificultades de Washington para sostener un frente diplomático unido. Mientras aumentan los esfuerzos internacionales para estabilizar Gaza, la postura de los líderes israelíes y estadounidenses en torno al futuro palestino sigue siendo una de las principales incógnitas de la agenda global.