En un contexto de creciente tensión política, Marine Le Pen, presidenta del grupo parlamentario de la Agrupación Nacional (AN), ha exigido abiertamente una «disolución ultrarrápida de la Asamblea Nacional» tras un encuentro con el primer ministro francés, François Bayrou. El encuentro, celebrado este martes y descrito por los propios participantes como breve y doloroso, pone de manifiesto el profundo desacuerdo entre el Ejecutivo y la principal formación de la extrema derecha francesa.
François Bayrou, actual jefe de Gobierno, ha intensificado durante los últimos días su diálogo con los líderes parlamentarios de todos los partidos para intentar contener una moción de censura prevista para el próximo lunes. Este esfuerzo no ha logrado hasta ahora ningún acercamiento significativo: mientras el Partido Comunista Francés (PCF) ha reclamado también la disolución de la Asamblea Nacional, La Francia Insumisa (LFI) se ha negado incluso a sentarse a dialogar con Bayrou. El mandato del primer ministro pende de un hilo; si perdiera la votación, el presidente Emmanuel Macron podría optar por designar a un nuevo jefe de gobierno, mantenerlo como interino o convocar elecciones anticipadas, una decisión clave para el curso político francés.
Le Pen, acompañada por el presidente de AN, Jordan Bardella, ha sido especialmente crítica con Bayrou, cuestionando tanto su gestión como su dedicación en verano, y señalando gastos considerados improcedentes en su despacho municipal durante una etapa de crisis presupuestaria. Para Le Pen, solo una disolución urgente permitiría que “una nueva mayoría parlamentaria construya un presupuesto acorde con los deseos de los franceses”.
Para Le Pen, solo una disolución urgente permitiría que “una nueva mayoría parlamentaria construya un presupuesto acorde con los deseos de los franceses”.
Según los últimos sondeos, la Agrupación Nacional se situaría por delante de todas las fuerzas de izquierda juntas en intención de voto, lo que le permitiría aspirar —si la tendencia se mantuviera— a la mayoría absoluta en el Parlamento. Se abriría así un escenario inédito en la política francesa, en el que la extrema derecha podría encabezar un gobierno de mayoría estable y dar un giro trascendental a la gestión del país.
Mientras persiste la fractura entre el Ejecutivo y los principales bloques parlamentarios, el sistema institucional francés enfrenta una de sus mayores pruebas. La resolución de la moción de confianza y la posible convocatoria de elecciones anticipadas marcarán el futuro inmediato de la vida política en Francia.