José Calvente, vecino de Zalamea de la Serena, se transforma cada verano en Pedro Crespo, protagonista de ‘El Alcalde de Zalamea’, la insigne obra teatral de Pedro Calderón de la Barca. En la edición del XXX aniversario de la representación popular, proyecto colectivo de la localidad pacense, Calvente repasa lo que ha supuesto para él dar vida, año a año, a una de las grandes obras del Siglo de Oro español.
Desde 1994, durante cuatro noches de verano, la plaza de la Constitución de Zalamea de la Serena (Badajoz), se convierte en un gran escenario al aire libre, donde el tiempo retrocede hasta el Siglo de Oro. Frente al dístilo romano y la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, los versos escritos por Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) reviven en los labios de los vecinos de la localidad, que desde hace casi tres décadas da vida a su obra más representada: El Alcalde de Zalamea (1651).

Vocación
Entre esas voces destaca la de José Calvente (Zalamea de la Serena, 1953), electricista -ahora ya jubilado- y actor vocacional, quien desde la primera edición encarna con entrega y maestría durante cuatro noches seguidas a Pedro Crespo, el labrador con hacienda convertido súbitamente en alcalde de la villa. En esas cuatro noches de verano —excepto en 2020, que se suspendió debido a la pandemia por el coronavirus Covid-19— Calvente ha interpretado al personaje que, al final de la obra, recibe el título de alcalde perpetuo por parte de Felipe II. Este 2025 se celebra el XXX Aniversario de la primera representación popular en Zalamea de la Serena, en concreto los días 21, 22, 23 y 24 de agosto.
Teatro popular
Interpretar a Pedro Crespo no ha sido solo un papel accidental para José Calvente, sino una experiencia muy personal, mezclada con sentimientos asumidos por toda la comunidad vecinal y hasta un proceso de superación interior. Cada representación ha significado un paso más en su evolución como actor y persona, según sus propias palabras.
Pregunta: Usted lleva 29 años interpretando a Pedro Crespo, protagonista de la obra ‘El Alcalde de Zalamea’. ¿Qué significa para usted este personaje?
Respuesta: Para mí es un orgullo representar esta obra en mi pueblo, es un aliciente que me llena mucho. La verdad es que no sé ni cómo describirlo. Allá donde voy me conocen… porque es tu pueblo, porque sabes que la parte que te corresponde la tienes que hacer muy bien, ensayar mucho, ser una persona determinada. Es algo increíble.

P: ¿De dónde surge esa determinación que tiene usted?
R: Yo nunca había hecho teatro. Me lo propuso Miguel Nieto (Madrid, 1952 – Sevilla, 2018), impulsor y director de la obra. Llegué a casa y yo no quería hacerlo, tenía miedo, no comprendía la letra pequeña de ese mundo… Ahí empezó todo. Se acaba uno dando cuenta de que hacerlo en tu pueblo puede ser de gran ayuda para empezar y tiras adelante para darlo todo. La primera vez que yo me subí al escenario ya me quería bajar, me temblaba todo el cuerpo, casi me caía del miedo escénico. Lo pasé muy, muy mal la primera vez. Luego, a medida que pasan los años, lo vas haciendo cada vez mejor.
P: ¿Y cree que ya ha superado ese miedo?
R: Al final lo manejas porque tienes más o menos seguridad según las personas que tienes enfrente. Hay compañeros con los que te sientes más unido y otras personas que no, ahí está a veces la diferencia. Cuando tienes menos seguridad estás más nervioso.
P: ¿Cómo se prepara mentalmente para interpretar el papel?
R: Me aparto totalmente de todo cuando estoy detrás del escenario, recuerdo lo siguiente que voy a hacer y me mentalizo de que estoy solo, sin nadie más; paseando te vas a acordando de lo que tienes que ir transmitiendo. Luego, cuando llega la hora de salir, subes ¡y a interpretar! Al final, lo importante es olvidarse de todo para poder concentrarte mejor. En mi caso, me ayuda mucho mirar a los focos, porque así no veo al público y no me pongo tan nervioso.
«Me ayuda mucho mirar a los focos, porque así no veo al público y no me pongo tan nervioso».
P: El público ha cambiado en estos 30 años, pero la obra sigue siendo la misma, ¿qué ha cambiado desde esa primera representación?
R: La obra ha tenido pocos cambios. Lo que se va introduciendo son matices en unas frases, los diferentes estados de ánimo… Desde que empezamos hasta hoy, estos detalles engrandecen la obra.
P: El teatro popular ha sido una escuela para usted, ¿qué lecciones le está dejando esta experiencia?
R: Primero, la tranquilidad que te da tener memorizada la narración de principio a fin. Esa seguridad es una experiencia enorme. Al principio, yo siempre interpretaba con un tono enfadado, y alguna vez me decían: “A ver, Calvente, cuando cuentas un chiste no te pones así”. Otra lección que aprendes es la confianza en ti mismo, porque gracias a ella tus movimientos en el escenario cambian por completo.

P: ¿Alguna anécdota que le venga a la mente?
R: Yo me considero una persona bastante bromista. Una vez vino una chica de Alicante para hacer la tesis doctoral sobre la obra de ‘El Alcalde de Zalamea’, su representación en el propio municipio. Nos encontramos un día en un bar y se me acercó. «¿Usted es el alcalde, no?», y le dije que no, que era mi hermano gemelo. Luego la llamé y fue cuando me explicó lo de la tesis.
P: ¿Qué cree que le hace tan especial a la obra para que año tras año miles de personas acudan al municipio para ver la representación?
R: Es una de las obras más representativas que ha dado el Siglo de Oro. Calderón de la Barca ya anticipaba muchas de las cosas que ocurren hoy. Aquella época era otro contexto y hoy en día se recuerdan muchos de los comportamientos que se representan. El honor entonces era muy importante. «El honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios», ahí lo resume todo. Calderón de la Barca se anticipó a su tiempo, la obra tiene algunas frases que al final conviven con uno mismo para siempre.
«Calderón de la Barca ya preveía muchas de las cosas que ocurren hoy».
P: ¿Qué valores cree usted que transmite la obra?
R: Para mí está basada en la diferencia de clases. Luego, el honor está siempre muy presente con las figuras del padre y del rey.
Medalla de Extremadura
P: ¿Qué papel desempeñan los vecinos de Zalamea de la Serena para alcanzar el éxito de esta representación?
R: Sinceramente, si el pueblo de Zalamea no se volcara de la manera en que lo hace sería imposible realizar la obra. Participan muchos actores, muchas personas que exteriormente no se ven, pero están ahí. Se involucra todo el pueblo. Y como en Fuenteovejuna, vamos todos a una. Todo el mundo está presente de manera desinteresada y compagina labores para recibir el aplauso colectivo, que es lo que realmente llena. Sin el pueblo no tendría sentido. Hay que tener en cuenta que la Medalla de Extremadura [otorgada por la Junta de Extremadura en 2011] la dieron al pueblo de Zalamea de la Serena, como si fueran una sola persona, no al teatro, no a la obra. La representación es de interés turístico nacional, pero la medalla fue para el pueblo, que es un detalle que marca la diferencia.