Con apenas semanas desde su nombramiento, Francia Márquez se ha convertido en todo un símbolo por la lucha contra el racismo y por la igualdad entre mujeres y hombres en Colombia y ya ha trascendido fronteras. La recién elegida vicepresidenta de la República de Colombia ha roto todos los moldes al ser nombrada como mano derecha de Gustavo Petro. Márquez es la primera mujer afroamericana colombiana que asume el cargo de vicepresidenta en el país hispanoamericano. Por si fuera poco, la reconocida activista llega a lo más alto del poder con un historial social, feminista y partícipe de movimientos por la emergencia climática. Toda una trayectoria que ahora es premiada con una vicepresidencia que promete dejar huella en la historia política de Colombia.

Natural de Cauca, la colombiana Francia Márquez ha destacado por su activismo político, de sello ambientalista y feminista de lucha por los derechos civiles. La vida política de Márquez no es capaz de entenderse sin el feminismo y la lucha contra el racismo. Su largo historial de influencia en los movimiento a favor de la comunidad negra ha copado buena parte de su Currículum activista.

Es por eso que nada más llegar a la vicepresidencia, en el acto de entrega del mandato popular, la política colombiana declaró: «La lucha que yo hago es por los derechos como pueblo negro, como comunidad por el derecho al territorio, es la continuidad de la lucha que iniciaron los ancestros y que siguieron nuestros mayores y que hoy continúa en manos de todos nosotros».

Primeros pasos

Una semana después de hacer historia como la primera mujer afroamericana en asumir la vicepresidencia colombiana, desde su pueblo natal, Cauca, Francia Márquez anunció que su nombramiento viene acompañado de la creación del Ministerio de Igualdad, que ella misma liderará.

La formación de la nueva carta ministerial responde, en palabras de la propia Márquez, a la necesidad de «asumir el desafío más grande que tiene Colombia, que es la desigualdad». A falta de ser aprobado y ratificado por el Congreso, la creación del Ministerio de Igualdad ya ha copado las portadas de los principales diarios colombianos y promete ser una de las puntas de lanza de las políticas que Francia Márquez espera desempeñar.

Márquez enfoca su horizonte político hacia el camino de la lucha por la igualdad. Algo que para ella no se entiende sin luchar contra el racismo, aún latente en el país y que precisa de medidas urgentes para combatir contra la desigualdad galopante.

Llegar hasta la vicepresidencia de un país como Colombia no es tarea fácil. Bien lo sabe Márquez que para cosechar su reputación como activista ha llegado a sufrir atentados dentro de su país, junto a otros líderes sociales. Un camino escambroso como el que ha tenido que recorrer no es apto para cualquiera.

El nombramiento de Márquez como vicepresidenta de Colombia no ha sido fruto del azar. Antes de las elecciones presidenciales, Gustavo Petro impulsó una consulta para definir un único candidato. La colombiana se impuso con más de 800.000 votos que la ubicaron en segundo lugar por detrás de Petro.

La transformación de Colombia pasa por el impulso que trae debajo del brazo el nuevo gobierno salido de las urnas y que ya ha dado sus primeros frutos diplomáticos. Colombia y Venezuela han dado el primer paso para restablecer las relaciones entre los dos países tras casi tres años congeladas.

Por parte de Márquez, la emoción es contenida tras su llegada al poder. Consciente de la ardua tarea que aún queda por acometer en su nuevo cargo político, la colombiana hace toda una declaración de intenciones en cada aparición pública, pero su triunfalismo es comedido. Márquez representa ahora la voz de las mayorías negras, campesinas, populares e indígenas que la política colombiana ha marginado desde hace décadas y su desempeño junto a Petro será fiscalizado con el voto de los colombianos dentro de cuatro años.