«Dando color a la vida» es la expresiva denominación de la reciente exposición de mandalas organizada por el Hospital Universitario Infanta Elena, parte de la red pública madrileña (Sermas), en su Hospital de Día geriátrico. El principal objetivo de esta iniciativa ha sido valorar y dar visibilidad a los pacientes mayores, resaltando su esfuerzo y habilidad para superarse y los beneficios positivos que esto puede tener para su salud física, mental y emocional.
La Fundación 38 Grados, organización que ayuda a personas con enfermedades graves y avanzadas a cumplir deseos especiales al final de su vida, ha colaborado en la realización de esta exposición. Esta muestra ha tenido un significado especial para la «artista», Segunda Rojero Ramírez, paciente geriátrica del hospital, quien ha encontrado en la creación e ilustración de estos dibujos una terapia que le ha ayudado a afrontar el reciente fallecimiento de su esposo y a cumplir su último deseo en esta etapa de su vida.
Uniendo fuerzas en beneficio de la salud emocional de los pacientes
«La actividad ha beneficiado enormemente a Segunda, ayudándola a relajarse, mejorar su atención, expresarse, fomentar su creatividad y, lo más importante, recuperar la ilusión por un nuevo proyecto en esta fase final de su vida», explican la Doctora María Herrera, jefa de los servicios de Geriatría y Cuidados Paliativos del Infanta Elena, y Cristina Sanchez, terapeuta ocupacional. Ambas enfatizan los beneficios de este tipo de actividad en las edades avanzadas, tanto a nivel cognitivo como emocional, dada la mejora notable que, a pesar de su situación, ha experimentado el estado de ánimo de la paciente.

Para reconocer su esfuerzo creativo y ofrecerle la experiencia única de ver expuestas sus obras, el hospital y la Fundación 80 Grados organizaron esta muestra que incluye más de 30 piezas, las cuales ahora pueden disfrutar todos gracias a la generosidad de Segunda al compartir sus creaciones. La primera en apreciar la exposición fue la propia Segunda, quien relataba con orgullo el proceso de creación de cada obra, seguida de sus familiares, amigos y el equipo médico encargado de su cuidado.
El Arte como terapia
Segunda recordaba los días tristes tras la muerte de su esposo y cómo, a través del arte, logró reavivar su espíritu. «Yo soy muy activa, pero cuando falleció mi marido me sentaba en el sofá y no tenía ganas de nada, y mi familia se preocupó por mí», recordaba. El primer mandala que creó sorprendió a todos a su alrededor, y desde entonces ha creado alrededor de 60 obras. Segunda ya está pensando en sus próximos proyectos: «Ahora voy a hacer cuadros, ¡que me gusta mucho hacerlos!», concluye con decisión y entusiasmo.