Cuatro horas y cinco sets. Un partido fulgurante de dudas, nervios, calambres y momentos excelsos entre el italiano Jannik Sinner y el español Carlos Alcaraz volvió a escribir un capítulo en la historia de las fases finales de Roland Garros. Alcaraz demostró su fortaleza mental y física al remontar un partido épico contra todo un número uno del mundo como Sinner. Tras 4 horas y 9 minutos de intensas emociones y altibajos, el murciano se alzó con la victoria en un duelo que será recordado no tanto por la excelencia técnica, sino por la magnitud emocional de la batalla librada. Alcaraz, con un marcador final de 2-6, 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3, accede así a su primera final en este torneo y se enfrentará a Alexander Zverev, también debutante en esta instancia en París.
La cancha central de Roland Garros, la legendaria Chatrier, fue testigo de una trifulca emocional donde la resiliencia y la determinación de Alcaraz se impusieron. El partido comenzó con un Sinner implacable, dominando con su juego agresivo y preciso, desestabilizando al español desde la primera bola. El italiano, imperturbable y silencioso, parecía un ciborg en la cancha, su raqueta produciendo un sonido metálico, casi robótico, mientras su juego se mantenía frío y calculado.
Duelo emocional
Sin embargo, Alcaraz, aunque tenso y agarrotado al inicio, comenzó a encontrar su ritmo gracias al apoyo del público. Los cánticos de «¡Cag-los, Cag-los, Cag-los!» desde las gradas actuaron como un desfibrilador emocional, revitalizando al joven tenista que empezó a soltar lastre y a responder con bolas altas y ángulos precisos. A pesar de la frustración inicial y las quejas constantes, la intervención de su entrenador, Juan Carlos Ferrero, marcó un punto de inflexión: “¡Esto es muy largo, Charly, pero hay que buscarlo! ¡Constante! ¡Constante!”.
El duelo se transformó en una lucha de nervios y rigidez, con ambos jugadores sintiendo la presión y cometiendo errores. Pero Alcaraz, en un despliegue de tenacidad y capacidad para desdramatizar, se levantó una y otra vez, encontrando en su mente y en su cuerpo la fuerza para seguir luchando. Cada punto se convirtió en una guerra de guerrillas, y fue en uno de esos momentos decisivos donde Sinner falló un remate crucial, perdiendo una porción importante del partido.
Con dos sets iguales y una ventaja temprana en el quinto set, Alcaraz mostró más entereza y consistencia en el tramo final. La batalla llegó a su clímax con Alcaraz alzando el puño en señal de victoria, declarando su presencia en París. “Esto es Roland Garros, cuatro horas y cinco sets, así que tienes que luchar y sufrir. Aprendí de lo del año pasado contra Djokovic”, reflexionó el murciano. Ahora, con una lección aprendida y un espíritu inquebrantable, Carlos Alcaraz se prepara para enfrentar a Zverev en una final de Roland Garros que promete ser igual de intensa y emocionante.