Las mociones de censura presentadas contra Ursula von der Leyen por grupos de la ultraderecha y la izquierda radical han sacudido el ambiente político en la Eurocámara y han puesto a prueba la cohesión de la llamada ‘gran coalición’ europea. Durante el debate en el Parlamento Europeo, Von der Leyen defendió la legitimidad de su gestión y alertó sobre los riesgos de fragmentación, acusando a los impulsores de estas iniciativas de actuar en línea con los intereses de Vladímir Putin, en su intento de debilitar la unidad europea.
Aunque la votación sobre ambas mociones está prevista para el jueves y se da por sentado que serán rechazadas—dado el respaldo público de populares, socialistas, liberales y verdes—el debate ha revelado la tensión creciente dentro del propio bloque que sostiene a la presidenta de la Comisión. Socialistas, liberales y verdes han dejado claro que la confianza con Von der Leyen no resulta incondicional y la instan a respetar el programa centrista pactado, evitando desviaciones hacia la derecha o cesiones a posiciones euroescépticas.
Uno de los ejes principales de la crítica reside en las alianzas políticas del Partido Popular Europeo y los acuerdos comerciales suscritos por la presidenta —en particular con Donald Trump y el Mercosur—, así como en la gestión de la crisis en Gaza y las políticas de migración. Manon Aubry, representante de La Izquierda, ha focalizado la oposición en la “inacción” europea en el conflicto palestino y en retrocesos ecológicos y sociales. Por otra parte, Jordan Bardella, líder de los Patriotas por Europa, ha presentado la censura como una vía para recuperar la soberanía nacional frente a la imposición de Bruselas.
Apelación a la unidad y estabilidad
Iratxe García, líder de los socialistas europeos, ha defendido la estabilidad institucional y ha apelado al compromiso centrado como fórmula frente a los riesgos externos, recordando el contexto de presiones crecientes por parte de Rusia y Estados Unidos. Valérie Hayer, portavoz liberal, ha llamado a evitar la polarización y a reforzar el espacio de negociación y diálogo en el corazón de la Eurocámara. Por su parte, Terry Reintke, copresidenta de los Verdes, ha recalcado que una crisis institucional no resolvería los desafíos de la Unión.
Von der Leyen ha cerrado el debate reafirmando su voluntad de trabajar en favor de la unidad europea y su determinación para que la pluralidad política se convierta en motor de avances, en lugar de fisuras. El momento subraya el reto estructural de mantener las grandes alianzas en un escenario con fuerzas políticas cada vez más polarizadas, pero también la relevancia de los liderazgos que buscan preservar la estabilidad institucional como base para afrontar los grandes desafíos de la agenda europea.