Las disputas fronterizas entre Tailandia y Camboya han escalado drásticamente en los últimos días, tras semanas de creciente tensión. Lo que comenzó como un nuevo incidente armado en torno al templo jemer de Prasat Ta Muen Thom ha desembocado en una sucesión de ataques cruzados que ya ha dejado al menos doce muertos, la mayoría civiles, y ha provocado evacuaciones masivas en la zona fronteriza. Las hostilidades, que incluyen bombardeos aéreos tailandeses y el uso de misiles soviéticos por parte de Camboya, han reactivado uno de los focos geopolíticos más sensibles del Sudeste Asiático.
El templo en disputa, ubicado en el denominado Triángulo Esmeralda —donde confluyen las fronteras de Tailandia, Camboya y Laos—, se ha convertido en símbolo de un conflicto no resuelto desde la época colonial. La raíz del problema se remonta a finales del siglo XIX, cuando las potencias europeas trazaron fronteras sin tener en cuenta la compleja realidad étnica, cultural y territorial de la región. Desde entonces, brotes periódicos de violencia han ido interrumpiendo décadas de frágil coexistencia.
Precedentes recientes
El actual repunte comenzó a finales de mayo con la muerte de un soldado camboyano y se ha intensificado en julio con el despliegue de cazas F-16 tailandeses y el lanzamiento de cohetes BM-21 desde Camboya, que han provocado la muerte de 11 civiles —incluido un menor— y la destrucción de infraestructuras, como un hospital y una gasolinera. El gobierno tailandés ha calificado estos ataques como “crímenes de guerra”, mientras Camboya ha alegado legítima defensa frente a una incursión militar no autorizada.
El conflicto también ha tenido repercusiones políticas internas. La primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, ha sido suspendida temporalmente por el Tribunal Constitucional tras la filtración de una conversación telefónica con el exprimer ministro camboyano Hun Sen, en la que se le acusa de actuar con deferencia hacia un líder extranjero y criticar al propio ejército. Su destitución podría alterar el equilibrio de poder en Bangkok y debilitar la estabilidad institucional del país en plena crisis.