Francia y Reino Unido han dado un paso firme hacia la creación de un sistema de disuasión nuclear europeo autónomo, al margen de la protección estadounidense. Durante la visita de Emmanuel Macron a Londres, el presidente francés y el primer ministro británico, Keir Starmer, anunciaron un principio de acuerdo para coordinar el uso de sus armas nucleares en caso de una amenaza contra Europa o sus aliados.
Ambos países son los únicos de Europa Occidental con arsenal nuclear propio: 290 ojivas nucleares francesas y 225 británicas, más que suficientes para sostener el principio de destrucción mutua asegurada, eje de la estrategia de disuasión desde la Guerra Fría.
Este nuevo entendimiento responde a la creciente desconfianza hacia la administración de Donald Trump, cuyas posiciones oscilantes sobre la guerra en Ucrania y su escaso aprecio por la OTAN han generado preocupación en los gobiernos europeos. A pesar de recientes promesas de ayuda militar, miembros del equipo de Trump, como su vicepresidente JD Vance, han dejado claro su desdén hacia los socios europeos.
Un sistema común de defensa, aún por definir
La clave ahora es a quién protegerá ese paraguas nuclear. Aunque se da por hecho que incluiría a los países de la Unión Europea y la OTAN, su alcance real —especialmente en el flanco oriental— está por definir. ¿Cubrirá también a países como Polonia, Estonia o Finlandia, objetivo prioritario de la estrategia de expansión rusa?
Líderes europeos como Macron llevan tiempo defendiendo una defensa común europea, y ahora Reino Unido se suma a esa idea pese a su salida de la UE. Alemania, bajo Friedrich Merz, ha mostrado más disposición que en la etapa de Scholz. En cambio, Italia, España y los países bálticos expresan dudas o reclaman más participación.
La creación de un sistema propio de disuasión no solo busca prevenir un posible ataque ruso, sino también prepararse para un escenario en el que Estados Unidos ya no cumpla su papel tradicional como garante de la seguridad europea.