Sébastien Lecornu consolidó este martes su posición como primer ministro francés al superar una votación parlamentaria decisiva sobre el presupuesto de la Seguridad Social. El resultado —247 votos a favor y 234 en contra— refuerza temporalmente la viabilidad de su Ejecutivo y pone a prueba su apuesta por un método político centrado en la negociación y el retorno al parlamentarismo efectivo, tras años marcados por el uso recurrente del artículo 49.3. Lecornu planteó desde su llegada a Matignon que evitaría gobernar mediante decretos presupuestarios, y su estrategia empieza a mostrar capacidad de resistencia en un contexto institucional fragmentado.
El respaldo socialista y, sobre todo, la abstención inesperada de Los Ecologistas resultaron determinantes. Estos últimos obtuvieron concesiones sanitarias que suavizan su tradicional oposición al Gobierno y revelan una reconfiguración táctica dentro de la izquierda francesa. La suspensión parcial de la reforma de las pensiones o el incremento del gasto sanitario en un 3 % muestran hasta qué punto Lecornu aceptó ceder para asegurar una mayoría suficiente, aun a costa de tensar las previsiones del déficit que heredará el futuro Ejecutivo.
Apuesta de Macron
El presidente Emmanuel Macron, que eligió personalmente a Lecornu para estabilizar la legislatura tras las elecciones anticipadas de 2024, obtiene así un respiro político. Desde entonces, Francia ha encadenado tres primeros ministros sin lograr aprobar un presupuesto con mayoría parlamentaria, lo que coloca este voto como un avance significativo frente al bloqueo institucional.
El camino, sin embargo, continúa lleno de obstáculos. El Senado previsiblemente rechazará el texto, que volverá la próxima semana a la Asamblea Nacional para su validación definitiva. Además, todavía queda por votar la segunda parte del Presupuesto General del Estado antes del 31 de diciembre, momento en el que las fracturas internas de la izquierda —especialmente en La Francia Insumisa— podrían reavivarse. Jean-Luc Mélenchon ya ha denunciado el acuerdo como “absurdo y político”, mientras la extrema derecha de Marine Le Pen interpreta el resultado como un síntoma del agotamiento del macronismo.
Pese a ello, Lecornu emerge como un equilibrador capaz de articular consensos puntuales entre socialistas, ecologistas y parte de la derecha, sin depender de los extremos. Su capacidad para replicar este equilibrio en las próximas semanas determinará la duración real del Ejecutivo y la solidez del parlamentarismo que intenta reinstalar.






