El rey Felipe VI ha inaugurado el X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en Arequipa (Perú) con un mensaje de unidad y cooperación, en un contexto global marcado por la resurgencia de rivalidades y bloques. El monarca ha subrayado ante un auditorio de escritores, filólogos y académicos que la cita constituye “una valiosa lección en tiempos en que se oye hablar de competencia, de rivalidad, de desconexión, de resurgimiento de bloques… de intereses y no de cooperación”, destacando así el valor perdurable de la lengua española como puente entre culturas y naciones, más allá de las fracturas políticas y sociales que afectan al panorama internacional.
Felipe VI ha hecho un llamamiento explícito al entendimiento entre instituciones fundamentales del hispanismo global, aludiendo tanto al Instituto Cervantes como a la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). El congreso se celebra en medio de notorias tensiones entre el director del Cervantes, Luis García Montero, y el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que han cobrado notoriedad por las declaraciones públicas cruzadas entre ambos y las recientes críticas del escritor Arturo Pérez-Reverte. El rey, sin tomar partido, ha reforzado la idea de que colaborar en torno a la lengua resulta prioritario frente a cualquier tensión interna o externa.
La lengua, según expresó el monarca, no ha nacido para dividir sino para comunicar, y toda tentativa de convertirla en frontera contradice su esencia. Reforzó su argumento evocando Arequipa como un espacio de mestizaje e intercambio, e honró la memoria del escritor Mario Vargas Llosa, cuya voluntad impulsó la elección de la ciudad como sede del CILE. Felipe VI recordó igualmente la contribución constante de las lenguas indígenas al enriquecimiento del español en Perú.
«Fuente de riqueza».
La jornada inaugural estuvo marcada, asimismo, por las intervenciones de figuras como Javier Cercas, quien defendió la necesidad de posicionar el español como principal fuente de riqueza de los hispanohablantes y cuestionó el compromiso real de los líderes políticos con su promoción. Cercas resaltó la urgencia de utilizar la inteligencia artificial de manera responsable al servicio de la lengua, mientras Luis García Montero abogó por la transparencia y el lenguaje claro en un momento de sobrecarga informativa y posverdad.
Santiago Muñoz Machado destacó el valor del mestizaje y el contacto con lenguas originarias, subrayando que el castellano en el Perú se nutre cada día de ese diálogo. El autor colombiano Juan Gabriel Vásquez trajo a colación la actualidad geopolítica mundial al señalar que la violencia y el conflicto han manchado el presente de los países hispanohablantes, en referencia tanto a crisis globales como regionales.
Felipe VI cerró su intervención citando a Vargas Llosa, reivindicando la importancia de orientar toda acción hacia una finalidad: “fin nos habla de conclusión de un ciclo vital y fin es, también, finalidad: el objetivo al que debemos orientar nuestras acciones para que tengan sentido”. El monarca propuso, así, el debate lingüístico como herramienta de futuro compartido, integrando diversidad y cooperación frente a las tensiones de hoy.